COMPARTE EN EL MISMO GOZO DE DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros” (1 Juan 4:11). El amor unos a otros descrito aquí no es sólo un simple apretón de manos, un abrazo al paso o un halago. No, este tipo de amor ve la necesidad del otro y hace algo al respecto. De hecho, según Juan, si vemos a nuestro hermano en necesidad y no hacemos nada, el amor de Dios no está en nosotros.

“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). Obviamente, amarse unos a otros agrada a Dios, pero es imposible amar a los demás hasta que estés completamente seguro del amor de Dios por ti. Juan escribe: “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (4:16). Simplemente no podemos amar a los demás hasta que esta verdad se haya establecido firmemente en nosotros: “¡A pesar de todas mis debilidades y fracasos, Dios me ama!" Si tú estás convencido del amor de Dios por ti, su amor fluirá de ti naturalmente.

Si guardamos rencor contra un hermano o hermana, no poseemos el amor de Dios. Además, si retenemos el perdón del prójimo, Dios retiene su perdón de nosotros. Entonces el amor no es solo algo de qué hablar. Es una cuestión de hacer, actuar, vivir.

Si realmente quieres agradar a Dios, el Señor abrirá tus ojos a las necesidades de quienes te rodean. Los cristianos egoístas no conocen este tipo de amor por los demás. El don de cuidar se da sólo a aquellos que lo buscan y oran por ello. El Espíritu de Cristo te alertará sobre las necesidades de los demás, haciendo que clames: “Hermano, hermana, déjeme ayudar. Quiero estar contigo en este momento difícil”. Dios te enviará a una persona tras otra en necesidad, pero no será una carga. ¡Por el contrario, te emocionará porque compartirás en el mismo gozo de Dios!