AFÉRRATE A JESÚS CON TODO TU CORAZÓN

Gary Wilkerson

“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento … para que pidiese limosna … Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda … y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo” (Hechos 3:1-2, 6-8).

Pedro y Juan acababan de ser llenos del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, y estaban viendo más milagros que nunca antes.

Un día, mientras subían al templo a orar, se encontraron con un hombre cojo en la puerta llamada la Hermosa. Ellos habían visto al hombre muchas veces antes, pero esta vez cuando pidió limosna, dijeron: “Míranos”. El hombre pensó que le iban a dar dinero, pero en lugar de ello, le ordenaron que se levantara y caminara, en el nombre de Jesús. Cuando el hombre se levantó de un salto y comenzó a caminar, todos los que lo vieron se llenaron de asombro y comenzaron a alabar a Dios.

¡Qué glorioso tiempo fue cuando las personas fueron testigos de la majestad de Dios en acción! Estaban maravillados y se reunieron para compartir sobre lo que acababan de ver. La Biblia dice que el hombre que fue sanado tenía “asidos a Pedro y Juan” (ver 3:11). Su corazón estaba conmovido y dijo: “No dejaré ir esta maravillosa presencia de Dios”.

Todo creyente debe clamar: “Señor, muéstrame tu gloria. Le doy la bienvenida a tu obra maravillosa, Dios. No estoy satisfecho con pequeñas porciones: Yo quiero la plenitud de tu gloria en mi vida y me aferraré a la Palabra. Padre, quiero todo de ti”. El Padre ama el corazón que lo busca; y cuando él hace una obra poderosa en ti, ¡aférrate a él con todo tu corazón!