ES TIEMPO DE CREER

Un mensaje para una hora de necesidad

Algo está faltando en nuestro medio. Ya no está y necesitamos traerlo de regreso. Una iglesia por sí misma no puede hacer que esto suceda; el cuerpo completo de Cristo debe de unirse en un mismo espíritu y buscar a Dios para traerlo de regreso. Estoy hablando del poder de Cristo que cambia y transforma a la gente que está en tremenda necesidad. Todos nosotros tenemos amigos y vecinos y gente que aún no conocemos que están sufriendo. Dios tiene el poder de hacer Milagros en sus vidas, y usted y yo estamos involucrados. Ahora es el tiempo para creer que esto suceda.

Dos mil años atrás, mientras los humanos estaban en su punto más bajo, Dios puso en acción su plan para salvarnos. Jesús, sentado a la diestra de Dios, se despojó de todo su poder en el cielo y entró a la historia humana. “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!” (1 Pedro 2:24)

El Señor no solo envió a su Hijo a morir en nuestro lugar; él nos dio al Espíritu Santo y un plan para hacer discípulos para construir su iglesia. Los primeros cristianos que él constituyó eran un cuerpo dinámico activo, creyentes que oraban.

A pesar de la horrible persecución y oposición, los primeros cristianos se movían en el poder del Espíritu Santo.

“Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” (1 Tesalonicenses 1:5). Los primeros cristianos fueron testigos de los actos más maravillosos de Dios en la historia. Dios hizo cosas milagrosas a través de ellos, y estaban unidos para traer las buenas nuevas al mundo. “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.” (Hechos 4:32-33).

La primera iglesia sabía que su propósito era compartir las buenas nuevas del poder de Dios y su amor, y tuvieron gran éxito al llevar el evangelio al mundo en el nombre de Jesús. En los primeros 25 años de la iglesia, creció de 120 personas hasta más de 100.000. Dios se estaba moviendo entre ellos y sumando diariamente más personas.

Todo de esto sucedió a pesar de la oposición de poderosos enemigos. En Hechos 12, la Biblia nos dice que la mayor amenaza para la iglesia era el Rey Herodes. Herodes hizo su misión la de acabar con los cristianos, y su primer plan de ataque era deshacerse de sus líderes.

Herodes tenia a Juan preso para ejecutarlo en un futuro. También tuvo a Pedro arrestado con los mismos planes para ejecutarlo. Estas eran amenazas serias para el pueblo de Dios; ellos sabían que estaban en una lucha para sobrevivir. Si Pedro era asesinado, cada cristiano hubiera sido desalentado.

En desesperación, los primeros cristianos hicieron lo único que tenían poder para hacer: Ellos oraron. La oración es la fuerza en la debilidad. Dios actuará por nosotros, pero nosotros debemos ser pacientes. “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.” (Habacuc 2:3).

Como muestra el libro de los Hechos, la iglesia de Jesucristo no solo sobrevivió sino prosperó. Él abrió de manera sobrenatural las puertas de la prisión no solo para liberar a Pedro, sino también a Juan.Él salvó la vida de Pablo de muchos peligros. Todo de esto construye la fe de los nuevos cristianos, y ellos continúan confrontando los obstáculos del evangelio.

Durante los momentos esenciales de la iglesia, Dios hizo milagros por su pueblo.

Hizo maravillas a través de Moisés, Elías y otros de la iglesia primitiva. Él También puso este increíble poder en nuestras manos para hacer las mismas obras.

“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo;” (Hechos 2:17-19).

¿Qué está haciendo nuestra generación con este poder? Parte del avivamiento de los 60s y los 70s fue el toque de Dios cuando David Wilkerson vino a la ciudad de Nueva York. Yo estaba en una pandilla, literalmente corriendo salvajemente, y fue cuando Dios llamó a David a venir y alcanzarnos. La adicción a la heroína era un gran problema, así que inició “Teen Challenge”, y la gente fue liberada con el poder del Espíritu Santo.

El problema de la droga no solo era entre los suburbios, pero allí fue solo el comienzo. Se iba esparciendo de la clase media hasta la clase medio alta. Jóvenes blancos tenían dinero para las drogas; eran los hijos de los líderes de la sociedad de todas las clases sociales. Yo veía a esos muchachos blancos dejar sus casas para ir a vivir en los suburbios donde vendían su cuerpo por drogas.

Dios intervino en los suburbios de la ciudad de Nueva York y en otros suburbios y en pequeños poblados.

No muchas de las grandes iglesias denominacionales en ese tiempo habían escuchado acerca del bautismo del Espíritu Santo. Los Católicos, Presbiterianos, Luteranos y Metodistas empezaban a recibir el poder del Espíritu Santo, y claramente los milagros empezaron a suceder. Dios envió un avivamiento a su país, y personas fueron convertidas y dieron sus corazones a Cristo Jesús.

Esto no sucedió por medio de personas poderosas. Sucedió a través del dolor de la gente que creía que Dios podría hacerlo, gente que oraba y actuaba en fe. Ese avivamiento se esparció por todo Estados Unidos y Europa. La gente de todos lados estaba clamando a Cristo para ser salvos.

Cuando pensamos que Dios nos use para su avivamiento, muchos de nosotros perdemos la pasión por nuestras propias batallas.

En ocasiones, todos enfrentamos grandes problemas en nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestras relaciones. Cuando tratamos de arreglar esos problemas, el diablo nos condena sobre nuestras posibilidades. Ahí es cuando nosotros perdemos nuestro corazón. Nosotros subestimamos nuestro ser y la habilidad de Dios de usarnos. Nos juzgamos a nosotros mismos por los logros no alcanzados. Todo esto mata a nuestra autoestima.

Hay un gran secreto para ganar esta batalla. Pablo nos dice, “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16)

Pablo es uno de los mejores ejemplos de Dios para nosotros. Él tenía debilidades de las que nadie sabía. El escribió de ellas en Corintios, pero nunca nos dijo cuáles eran. A pesar de esas debilidades, Pablo fue el que recibió la revelación de la salvación, transformación y cambio en Cristo. Él era el que se paró en frente de los lideres religiosos, reyes, gente con el poder de quitarle su vida, pero Pablo no tenia miedo de nada. El habló la verdad, y el Señor hizo Milagros majestuosos a través de su vida.

El mismo Pablo tuvo una maravillosa transformación. El era un perseguidor, un asesino de Cristianos, y él creía en esa misión. Dios tuvo que detenerlo a través de una intervención milagrosa. Él humilló a Pablo temporalmente cegándolo, después le habló desde el cielo, diciéndole que Jesucristo tiene todo el poder y que Jesús es la respuesta.

Así que, uno de los grandes misioneros y maestros de la historia fue en lo que se transformó el Apóstol Pablo. Para que eso ocurra en nuestras vidas, necesitamos creer que nosotros también veremos la gloria de Dios en acción. Necesitamos que creer el libro de los Hechos; tenemos que caminar a través de sus paginas y ver los milagros que Dios hizo. ¡Su mensaje es para todos en todas las generaciones!

El poder de Dios es revelado cuando nosotros oramos en Fe. ¿Creemos que Dios es capaz de hacer lo que nosotros le pedimos? Hebreos 11.1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” La fe demanda que, como Pablo, yo quito el peso de mi orgullo, duda y miedo y me pongo frente a Dios débil y sin tener en mi mismo nada en lo que pueda confiar. Necesito cerrar mis oídos a las voces que me dicen lo que Dios puede y no puede hacer o como Dios hace o no hace su obra. Necesito permitir a Dios mostrarse a mi. Dios quiere que deje atrás mis dudas, quiere romper mis miedos, que olvide mis limitaciones naturales y me mueva dentro del mundo sobrenatural de su poder.

No importa cuán obscuras se vean las cosas, Dios es más grande que tu duda.

Dios tomará tu fe, no importa que tan pequeña sea, y creara un milagro mayor de lo que pudieras imaginar o soñar. Él tiene un antecedente histórico de usar al insignificante para lograr lo imposible. “Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, más para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10.27).

La vida Cristiana es construida con fe. Tu fe puede mover la mano de Dios. Tu fe puede hacer temblar el cielo para ganar a alguien. Tu fe puede hacer que el diablo huya. Nosotros caminamos por fe, no por vista.

Deja que el Espíritu Santo te llene con su tremenda unción. Se paciente en fe mientras él resuelve tus problemas; esas cosas no van a detener su avivamiento en ti. Él te dará las palabras para hablar; te dará el coraje, y te dará audacia. Que el Señor llene a cada uno con su compasión y misericordia por la obra que el Espíritu Santo nos está llamando a hacer. Que la iglesia otra vez pueda ser el cuerpo sano que traiga las buenas nuevas a un mundo que hoy las necesita más que nunca.  

Permanece confiando en la palabra de Dios. Cree la palabra para ti. Abraza su dirección, y veras milagros.