Luchando por tus Hijos

David Wilkerson (1931-2011)

Los niños de hoy están plagados de sexo, drogas, alcohol, avaricia y violencia a una edad temprana. Nuestro sistema judicial ha excluido a Dios de nuestras escuelas, pero no podemos culpar a nuestros corruptos sistemas escolares por condenar a nuestros hijos: toda nuestra sociedad está experimentando un colapso moral.

Todos los padres deben memorizar esta promesa de pacto: “Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas… porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;  y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas” (Isaías 44:1-4).

Esta palabra de promesa a Israel también es para nosotros hoy. Sus palabras de consuelo se dan a todos los elegidos (versículo 1), lo que significa a todos los que están en Cristo. Las vinculante y gloriosas promesas del pacto de Dios son para sus justos. Las promesas son:

  • Dios proveerá agua para satisfacer nuestra sed: “Derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida” (versículo 3).
  • Dios hará que crezcas alto y fuerte en el Señor: “Mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;  y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas” (versículos 3-4).
  • Finalmente, Dios dice que sus hijos testificarán: “Yo soy de Jehová” (versículo 5).

Los padres de hoy necesitan más sabiduría y discernimiento que en cualquier otro momento de la historia. Satanás tiene inventos perversos y disfraces sutiles para usar contra nuestros hijos y Dios ha hecho de los padres los guardianes del hogar.

Dios dice que tus hijos testificarán: “Yo soy de Jehová” (44:5). ¡Qué promesa tan increíble! Pero estas promesas no son para todos los que simplemente dicen: “Yo soy de Cristo”. Son sólo para padres hambrientos y sedientos; aquellos que beben diariamente de la Palabra de Dios y oran regularmente, pidiéndole al Espíritu que derrame sobre ellos su poder y presencia. Reclama estas promesas hoy y luego baña tu hogar y a tus hijos en oración.

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