Luchando por Cada Centímetro de tu Corazón

David Wilkerson (1931-2011)

Satanás ha dirigido su ira hacia la iglesia de Jesucristo y ha reservado su peor furor para los creyentes que guardan los mandamientos de Dios y confían en él. El diablo sabe que esta guerra es su última oportunidad, porque queda poco tiempo antes de que Cristo regrese por su novia: “El diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12 )

El objetivo de Satanás es tentar al pueblo de Dios para que se rebele contra Dios, tal como lo hizo con Adán y Eva. Entonces, ¿cómo se aplica esto a ti y a mí? Satanás no está interesado en convertirnos en degenerados. Todo lo que quiere es que nos rebelemos en una sola área, lo que le permitirá tener suficiente espacio para establecerse. Él tiene sus principados y potestades en alerta para proporcionarle reportes de inteligencia sobre nosotros: ellos leen nuestras acciones y escuchan nuestras conversaciones. Y cuando se dan cuenta de una debilidad carnal, apuntan todas sus tentaciones a esa área débil.

Pablo advierte: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre… y renovaos en el espíritu de vuestra mente… ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:22, 23, 27). El precio de una vida victoriosa no es poca cosa; significa someter nuestras vidas totalmente a la Palabra de Dios, sin lugares oscuros, lujurias ocultas o rebeliones. Hay poder en la palabra de Dios, a través de ella él creó todas las cosas y continúa produciendo vida. Por su palabra, Dios derriba reyes y levanta naciones; y a través de élla, bendice y salva, juzga y destruye.

No le des a Satanás ni un centímetro de tierra, eso es todo lo que él necesita para entrar y establecer una base de poder.

Aquí hay algunas áreas a tener en cuenta para mantener una fuerte defensa contra el enemigo:

  • Manténte en comunión con otros creyentes (Hebreos 10:25).
  • No te aferres a la falta de perdón (Mateo 6:14-15).
  • Dehazte de la amargura y la contienda (Santiago 3:14-16).

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” (Hebreos 10:19-20). Cuando el diluvio te golpee y estés abrumado, entra en la presencia misma de Dios en su trono, porque el Cordero ha hecho un camino para ti, a través de su sangre.