Ten Cuidado con el Exceso de Confianza

David Wilkerson (1931-2011)

“Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:29-30). Los seguidores de Jesús debieron haber quedado extasiados al oír esto. Su futuro era totalmente seguro y el mismo Señor dijo que se dirigían al cielo para gobernar y reinar con él por toda la eternidad.

Entonces Jesús habló directamente al apóstol Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces” (Lucas 22:31-34).

Confiado en exceso, Pedro no tenía idea de lo que estaba a punto de enfrentar. Más tarde, en el huerto de Getsemaní, en el arresto de Jesús, él cortó impetuosamente la oreja derecha del siervo del sumo sacerdote (ver Juan 18:10). Este acto de bravuconería tipificó gran parte del enfoque de la vida de Pedro. Y antes de que terminara la noche, había cumplido las palabras de Jesús de que negaría tres veces que lo conocía. Y “Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

¡Del éxtasis a la desolación en un lapso de unas pocas horas debido al exceso de confianza y la autosuficiencia! A muchos cristianos se les permite llegar a un lugar cercano a la caída para que el Señor pueda levantarlos y ponerlos en un terreno más firme. Jesús le había dicho a Pedro: “Me vas a negar, pero vas a ser restaurado. Después, serás bendecido por lo que has aprendido y tendrás algo vital que dar a los demás”.

Dios te ama incondicionalmente y tiene un propósito eterno para ti. A pesar de que puedes pasar por tiempos de fracaso, Satanás no puede robarte el amor de Cristo. “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:16-17).