¡Las multitudes perdidas y olvidadas!
En nuestro tiempo hemos visto muchas estrellas de "Rock and Roll" y grupos de música ir y venir. Usted tal vez podrá recordar las eras de rock sicodélico, punk, y más recientemente "grunge rock". Ahora hay algo llamado rock anti-Cristo. Quizás usted ha oído del nuevo grupo al frente de este movimiento. Se llaman Marilyn Manson. Ellos tomaron su nombre de Marilyn Monroe y del asesino en masa Charles Manson. ¡Y están llenando estadios y auditorios alrededor del país!
Marilyn Manson es abiertamente anti-Cristo. Su último disco se titula "Anti-Cristo Superestrella", y la letra de las canciones son ataques blasfemadores contra nuestro Señor. Como parte de su acto despedazan Biblias en el escenario.
Yo sé que estos grupos se desvanecen como la hierba. Aún los Beatles -- el grupo que dijo una vez que ellos eran más populares que Jesús vino y se fue. Y yo sé que Marilyn Manson se desvanecerá también. Dentro de unos pocos años, la gente que oiga de su nombre se preguntará: "¿Marilyn qué?"
Pero ahora mismo algo sucede con la juventud en América -- y yo siento una urgencia por tratar este tema. Hace algunas semanas, cuando Marilyn Manson realizaba un concierto en Washington D.C., uno de los miembros de su equipo de apoyo cayó de una pared y murió. Sin embargo, el grupo siguió tocando. Ellos continuaron el concierto a pesar de la muerte repentina de un miembro de la banda.
Yo traigo esto a su atención por una razón. Yo creo que las letras de las canciones anti-Cristo de este grupo de música han llegado a ser el idioma de nuestra juventud. Recientemente, escuché con horror como un grupo de adolescentes y pre-adolescentes discutían sobre religión. A los pocos minutos ellos habían levantado sus voces y gritaban improperios y maldiciones: "¡Dios esto y - Jesús aquello!"
Cuando miré sus caras, vi una rebelión y un enojo que nunca había presenciado antes. Un ardor en sus ojos que era un odio hacia la religión. ¡Una actitud de anti-Cristo que los había tomado por completo!
Los jóvenes de hoy no maldicen a los políticos, los padres, ni a la sociedad. Ellos no enfocan su cólera contra el racismo, la pobreza, ni la discriminación. Ni es suficiente para ellos estar simplemente contra lo establecido. ¡Ahora ellos han puesto su furia contra Dios y Cristo!
Hace algunas semanas, vi una foto en el periódico de un grupo de jóvenes cristianos que estaban demostrando afuera de un estadio donde Marilyn Manson tocaba. Este pequeño y valiente grupo de creyentes llevaba letreros protestando los ataques blasfemadores del grupo contra su Señor. Doy gracias a Dios por jóvenes como ellos que han escogido defender a Jesús.
Entonces, cuando miré la foto, pensé en los miles de adolescentes perdidos que pasaron ante este grupo pequeño ridiculizándolos y silbándoles cuando iban entrando al estadio, volvindose a la letra de canciones anti-Cristo, que glorifican a Satanás, y saliendo con una cólera contra Dios. Estos adolescentes no están satisfechos con solo fumar marihuana, resoplar crack, inyectarse heroína o complacerse en el sexo. ¡Ahora su máxima rebelión es maldecir a Cristo y a su iglesia!
Apenas a unas pocas cuadras de nuestra iglesia, leí un letrero en la pared que creo que refleja a esta generación de jóvenes. Los mensajes leen: "No me abofetees ya, papá. No me golpees. No me mates." Otra frase decía: "Mi papá me golpeó a mí y a mi hermana María. l no supo que nos lastimó, pero l se sintió bien." Muchos de nuestros jóvenes en América han sido golpeados, abofeteados, marcados para toda su vida. ¡Y ahora ellos han llegado a ser una generación perdida!
Creo que pronto van a venir disturbios sangrientos en todas las grandes ciudades americanas y serán iniciados por adolescentes. Esta generación atea, ya agita un puño enojado contra Dios, entregándose a un espíritu anti-Cristo que ha salido del mismo infierno. Pronto ellos rabiarán contra las reducciones del seguro social. Ellos van a tomar todo por la fuerza, derribando ventanas de tiendas y quemando todo lo que esté a la vista.
Estos jóvenes han perdido todos los principios morales. A ellos se les ha dicho que no hay Dios -- hasta insinuando que nada religioso tiene lugar en nuestra vida pública, en nuestras escuelas, nuestros tribunales, nuestro gobierno. Y en lugar de religión, a ellos les entregan condones y los números de teléfono de clínicas de aborto.
Ahora estamos enfrentando el día de pago. Estamos cosechando el mal que nuestra sociedad ha sembrado. ¡Hemos criado una generación que no sólo ha anulado a la iglesia, sino que la odia con una rabia que hierve!
Conforme miraba las caras de la muchedumbre -- gente de todas nacionalidades y caminatas de la vida -- un pensamiento impresionó mi alma como un trueno: "¡Todos están perdidos! Casi toda persona que pasa va para el infierno. ¡Esta sociedad está maldita!"
Yo me doy cuenta que esto quizás suene duro o presuntuoso. Usted quizás piense: "Seguramente algunas de esas personas conocen al Señor. Ellos han odo el evangelio en algún lugar, de algún modo."
Ciertamente muchos en esa muchedumbre masiva han visto o han experimentado religión de alguna clase. A fin de cuentas, nadie en estos días puede pasar los canales de TV sin ver la televisión cristiana. Aunque mucho de lo que transmiten en la televisión cristiana es una abominación: predicadores multimillonarios rogando por más dinero; predicaciones suaves que no tienen la unción ni el poder para convencer de pecado. Sólo unos pocos en la televisión de hoy presentan un evangelio verdadero. ¡Y como resultado son pocas las personas que han oído hoy un evangelio puro -- un mensaje convenciéndoles, y liberándoles del pecado!
Usted quizás diga: "Pero seguramente algunos de esos peatones son practicantes religiosos." Eso es verdad. Estoy seguro que muchos han ido a la iglesia, por lo menos en Navidad o en las Pascuas. Pero la mayoría de las iglesias de hoy están muertas, sin vida, carentes del poder para echar fuera a un solo demonio. No hay un evangelio verdadero en sus servicios -- no hay verdad bíblica para liberar a la gente del pecado.
Con cada cuadra que caminaba recibía una y otra vez este pensamiento: "Ellos están perdidos. ¡Ellos van a pasar la eternidad sin Jesús!" Finalmente, traté de consolarme con este pensamiento: "Pero nuestra iglesia ha visto miles de gente convertidas. Times Square Church es una de las congregaciones más grandes en la ciudad de Nueva York -- y hacemos un gran trabajo de evangelismo. Estamos alcanzando a algunas de estas gentes perdidas y heridas."
Pero aun, algo me molestaba en el alma. Tuve que reconocer ante el Señor: "Oh, padre -- ¡ya no tengo la carga que tuve una vez! Ya no lloro de la manera que lo hacía cuando vine por primera vez a la ciudad de Nueva York hace treinta y cinco años. Estoy agradecido por todo lo que has hecho dentro de las cuatro paredes de nuestra iglesia. ¡Pero en mi corazón, yo sé que no tengo el mismo fuego!"
En 1958, Gwen y yo vivíamos en el pequeño Philipsburg, Pennsylvania, un pueblo con una población de aproximadamente 1,500 personas. En esos días, yo caminaba en el bosque cerca de nuestro hogar y lloraba por horas por las almas de la Ciudad de Nueva York. Yo tenía un Chevrolet verde pequeño, y cada semana cuando yo manejaba a la ciudad a ministrar, lloraba durante las tres horas de viaje. A veces tenía que detenerme a un lado del camino, porque tenía mi corazón tan quebrantado por el perdido. Apagaba el motor, caminaba al bosque, me tiraba sobre mi rostro y lloraba.
Después que Gwen y yo mudamos nuestra familia a Staten Island, yo tomaba el ferry todos los días a Brooklyn para ministrar -- y lloraba todo el camino. Los otros pasajeros pensaban que yo estaba loco. Algunos me ofrecían alivio y consuelo. Pero yo sabía que tenía el corazón del Señor, y lloraba y gemí aun más.
Hoy predico en unos de los teatros más hermosos del mundo, el histórico Teatro Mark Hellinger. Doy mensajes a una congregación hambrienta, que viene de todas partes del área para oír sermones sobre cada tema posible de la palabra de Dios. Amo el trabajo de este ministerio, y le doy gracias a Dios por permitirme ser parte de lo que l hace en la Ciudad de Nueva York.
Sin embargo, me pregunto cuánta gente en nuestra congregación -- y cuántos lectores en nuestra lista de correo -- se sienten de la manera que yo me sentía caminando por Broadway. Tuve que parar y preguntarme: "¿cuánto hace desde que lloraste; por el perdido? ¿Todavía tienes la carga del Señor para alcanzarlos con el evangelio?"
Yo le pregunto: ¿es usted capaz de trabajar al lado sus colegas, saludar a sus vecinos, conversar con miembros de su familia que no son salvos-- y nunca interesarse por sus almas? ¿Ocupa su mente simplemente con sobrevivir -- proveer para su familia, proteger a sus niños? ¿Usted ya no tiene la carga por testificar, alcanzar al mundo perdido y agonizante?
"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido." (Lucas 19:10). Cristo dijo: "¡vine a este mundo por una razón -- alcanzar y salvar las almas perdidas!" Pero esta no era sólo la misión de Jesús. l lo hizo nuestra misión también: "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura." (San Marcos 16:15).
Jesús hablaba aquí a un grupo pequeño de creyentes -- cerca de 120 personas que se habían reunido en el aposento alto. ¡Y que imposible tarea colocó ante ellos! Piénselo: en aquel tiempo, Roma gobernaba el mundo. Y l estaba ordenando a sus seguidores: "Vayan a Roma y díganle al orgulloso, egoísta César que no puede haber rey ante mí. ¡Yo reino sobre toda la creación! Vayan a Atenas, donde reina el paganismo y prediquen que soy el único camino. Vayan por todas partes donde las filosofías, las religiones antiguas, dioses falsos y supersticiones reinan -- y prediquen mi cruz y mi resurrección.
"Vayan a naciones extranjeras, vivan con la gente y estudien sus idiomas. Pongan sus manos sobre los enfermos, expulsen demonios, proclamen las buenas nuevas. ¡Vayan al mismo asiento de Satanás, y prediquen el poder y la victoria del Salvador resucitado!"
Tenemos que darnos cuenta -- que Jesús hablaba a hombres y mujeres ordinarios, insignificantes e ignorantes. l estaba colocando el mismo futuro de su iglesia en sus hombros. Ese grupo pequeño de creyentes tuvo que sentirse abrumado. ¿Puede imaginarse la conversación que tuvo lugar una vez que su maestro había subido al cielo?
"¿Lo oí correctamente? ¿Cómo puede gente pobre y ordinaria como nosotros comenzar una revolución mundial? Estamos sin un centavo -- somos lo más bajo de la sociedad. ¿ Cómo nos pueden tratarnos sino con algo menos que desdén? Los romanos nos están golpeando y matando. ¿Y si nos tratan de esa manera aquí en Jerusalén, cómo nos tratarán cuando lleguemos a Roma, testificando y predicando?
"¿Cómo podremos llevar el evangelio a un mundo que odió tanto a Jesús que lo mataron? l fue despreciado, rechazado, fue hecho canción de borrachos. ¡Sin embargo, hemos sido ordenados a predicarlo como Señor y Rey!
"¿Y cómo espera nuestro Señor que vayamos por todo el mundo con el evangelio, cuando no tenemos aún suficiente dinero ni para ir a Jericó? ¿Cómo vamos aprender otros idiomas, cuando nosotros no fuimos educados ni fuimos preparados para hacerlo? ¿Espera él realmente que vayamos a la gente pagana en las naciones del norte -- las muchedumbres furiosas de Europa cuyos ejércitos saquean y matan sin misericordia? ¡Todo esto es imposible!"
Era verdaderamente una misión imposible. ¡Sin embargo, nuestro desafío hoy es igual de aterrador! La Biblia nos dice que cada generación posterior crece peor y peor. Y cuando pienso en la Roma antigua, Atenas y Nínive, me doy cuenta que esas sociedades no tuvieron todas las lujurias y las tentaciones exóticas y pecadoras con las que nuestra generación se enfrenta hoy. Ellos no tuvieron la televisión impía, películas sucias, revistas de porno, el sexo en la computadora.
También enfrentamos otras probabilidades imposibles: Nuestro gobierno ha tratado esencialmente de prohibir a Dios. Nuestros medios de comunicación son liberales al punto de ser ateos. Wall Street crece cada vez más codicioso por más dinero. Hay una ola gigante de homosexualidad. ¡Y ahora vemos un surgimiento de una generación que maldice al Cristo que predicamos!
Cuando el apóstol Pablo miró a las multitudes idólatras en Atenas, su espíritu se conmovió. Igualmente, cuando miro afuera de la ventana de mi apartamento cada noche, miro la masas de gente en Manhattan, he experimentado lo que Pablo sintió. ¡Veo muchos edificios hermosos -- el contorno de la ciudad hasta la Estatua de la Libertad -- pero todo esto parece como una lápida! Está repleta de muertos ambulantes -- multitudes de gente que estn muriendo y van al infierno. Tengo que clamar a diario: "Señor, te necesitamos. ¡Nosotros no podemos hacer nada para alcanzar a esta gente sin tu dirección y sin tu poder!"
Jesús sabía todo lo que su iglesia enfrentaría en la actualidad. Y supo acerca de todas las imposibilidades, las oposiciones agobiantes, los muchos obstáculos. Y l sabía exactamente qué acontecería a nuestra sociedad -- que habría un derrumbamiento moral, la humanidad crecería peor y peor, y que un diablo enojado arrojaría fuera un río infernal contra la iglesia de Cristo.
Creo que las palabras de Jesús a sus discípulos impotentes aplican a nosotros hoy: "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: pero quedaos... hasta que seáis investidos de poder desde lo alto." (Lucas 24:49).
Jesús decía, en esencia: "Si tratas de evangelizar en tu propia fuerza, en poco tiempo caerás de bruces. ¡No puedes hacer nada por mí a menos que estés lleno del Espíritu Santo!"
"Yo conozco las batallas y los obstáculos que enfrentas. Yo te daré un poder mayor que cualquiera en el universo. Serás capaz de pararte frente a reyes, príncipes, gobiernos. Tendrás autoridad sobre demonios y principados. ¡Pero este poder debe venir de lo alto! Tú no lo puedes planear, no puedes crear estrategias, no puedes hacer nada para hacer que acontezca. Simplemente deberás sentarte tranquilo y esperar. Yo te mandaré mi Espíritu. ¡l vendrá y te llenará con mi poder!"
Jesús nunca habría mandado a estos discípulos afuera a menos que él supiera que el poder dado a ellos sería más que suficiente para cubrir cada necesidad y oposición. l sabía que éstos eran los mismos hombres que habían huido temerosos cuando los soldados vinieron por l. Ellos eran los mismos que se habían ido de pesca en vez de obedecer, porque tenían miedo de tomar una posición. Ellos eran hombres tímidos, temerosos, no especializados, sin preparación profesional. ¡Pero Jesús sabía que estos hombres -- cuando se rindieran completamente al Espíritu Santo -- harían milagros, pondrían demonios al vuelo, vencerían cada oposición!
Verdaderamente, cuando el Espíritu cayó sobre los discípulos, ellos llegaron a ser intrépidos. Cuando ellos fueron al templo a testificar, el Espíritu Santo hizo que sus palabras cortaran, convencieran -- como espadas que perforan al corazón. ¡Ellos predicaron el evangelio con poder y autoridad -- porque tenían el fuego del Espíritu Santo dentro de ellos!
Repentinamente la muchedumbre les tenía miedo. En apenas un corto tiempo, unas cinco mil personas fueron salvadas. Aún sacerdotes se convirtieron. Y derramamientos adicionales acontecieron en aldeas cercanas, en ciudades distantes e incluso entre gentiles.
La mejor parte de esta escena increíble es que la iglesia obtuvo toda su dirección del Espíritu Santo. Nada aconteció hasta que los discípulos se habían encerrado con el Señor y ayunaron y oraron. Cuando ellos hicieron esto, el Espíritu vino y comenzó a dirigir cada uno de sus pasos.
Pero algo más aconteció en esta escena que es muy importante. Los discípulos debían llevar el evangelio a cada nación, y a todo pueblo -- pero la tradición judía les prohibía tocar aún la ropa de un gentil. ¿Cómo se suponía que ellos llevarían las buenas nuevas a la gente con quienes ni siquiera eran permitidos asociarse? Parecía una orden imposible. Aún los conversos judíos se atuvieron a estos prejuicios.
Pero la proclamación universal del evangelio comenzó sólo cuando el Espíritu Santo asumió el control. El Espíritu visitó a Pedro durante su tiempo diario de oración en un tejado: "Volvió la voz a (Pedro) la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común [impuro]" (Hechos 10:15).
l le dijo a Pedro: "No te atrevas a llamar impuro lo que he santificado y he hecho limpio. Ahora, baja, porque hay unos gentiles que tocan tu puerta. ¡Quiero que vayas con ellos -- y les prediques acerca de Jesús!"
El Espíritu Santo había resuelto el problema del prejuicio durante la noche. l abrió al mundo gentil el evangelio simplemente hablando a sus seguidores. ¡Todo fue dirigido claramente desde el cielo!
Mas esto es contrastante con mucha de la enseñanza en la iglesia en la actualidad. Toda mi vida he oído a pastores y evangelistas decir: "La única cosa que se necesita para ir al campo misionero es una necesidad. Y la necesidad est allí -- en frica, Asia, Sudamérica. ¡Así que, levántese y vaya! Lleve el evangelio a las naciones, como ordena Cristo."
¡Pero yo creo que a menos que usted esté lleno del Espíritu Santo, usted no debe atreverse a ir! Si usted no tiene la dirección de él, usted no tiene nada que ofrecer. Y cuando usted actúa sin la dirección del Espíritu, el resultado será necedad humana.
Los poderosos creyentes del primer siglo recibieron todas sus órdenes del Espíritu Santo mismo: "Ministraron estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, y les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron..." (13:2-4).
Estos creyentes oraron: "¿Señor, a cul ciudad debemos ir? ¿Y cundo? ¿Cómo? ¿Una vez que lleguemos, cómo debemos alcanzar a la gente?" Ellos nunca se movieron hasta no estar primeramente a solas con Dios en ayuno y oración. ¡Y el Espíritu Santo les contestó dando una dirección clara!
Yo le pregunto -- ¿cunto más nosotros necesitamos la dirección del Espíritu hoy? Nuestros estantes de la librería se forran con una abundancia de libros de cómo... : cómo prevalecer en la oración, cómo organizarse para el evangelismo, cómo hacer la guerra espiritual. ¡Pero ninguno de estos libros nos hará bien si no hemos pasado tiempo de rodillas!
Cuando yo me mudé por primera vez a la ciudad de Nueva York, yo tenía más planes que cualquiera podría imaginarse. He hablado y he escrito a menudo acerca de algunos de estos planes tontos.
En una ocasión yo tuve un autobús inmenso de Oral Roberts, un vehículo construido por General Motors por medio millón de dólares. Uno de sus lados se abría como una almeja, con una plataforma hecha para un coro. ¡El autobús parecía que había aterrizado de Marte!
Yo pensaba que este artilugio ayudaría a nuestro ministerio atraer a los perdidos. La primera vez que lo usamos, lo estacionamos enfrente de una iglesia en Brooklyn, donde había tomado lugar un avivamiento cien años antes. Empezamos a cantar y predicar, y pronto se reunió una gran muchedumbre. Pensé: "¡Esto es! Veremos otra magnífica cosecha de almas."
Pero todo lo que la gente hacía era mirar el autobús. Para la hora que nuestro servicio finalizó, sólo dos personas se pararon a escucharnos. Cuando empacamos para irnos, pensaba: "¿qué pasó, Señor? ¿Por qué no funcionó esto?" Vendí luego el vehículo a un hombre en Yonkers, que cobraba a la gente cincuenta centavos por verlo como una atracción turística.
Otra vez decidí: "Lo que necesitamos es un púlpito portátil para la calle algo como con un asta de bandera telescópica, un altavoz en el centro y barandas alrededor del altar. Haremos cincuenta de ellos, o tal vez cien. Entonces los pondremos en la calle para nuestras reuniones."
Tenía planeado revelar mis invenciones en una reunión del tabernáculo Glad Tidings en la Calle 33 en Manhattan. Pero el problema era que el diseño para tal púlpito era demasiado pesado para llevar. Y era costoso: yo sólo podía costear la mitad de uno. En la noche de la reunión, yo tenía sólo una fracción de mi nueva invención evangelística. ¡Estaba totalmente avergonzado!
Inventé también la caja desmontable volteadora. Era un paquete evangelístico que parecía un paquete de cigarrillos (luego, una compañía de cigarrillos tomó la idea y la capitalizó). Al abrir la tapa del paquete dentro habían cinco tratados evangélicos que yo había escrito. Pero ese proyecto resultó ser otro desastre. Terminé con una deuda de $25,000 con ese proyecto.
Finalmente, en desesperación despus de tantos desastres, dediqué tiempo a la oración, buscando a Dios con lágrimas. Lloré: "Señor, t sabes que tengo una carga por esta ciudad. Tengo que hacer algo. Pero todo lo que he tratado falla. ¿Qué quieres que haga?"
El Espíritu me contestó: "Para todos tus planes insensatos, David. T nunca hablaste conmigo acerca de ningunas de estas cosas. Ahora, pasa tiempo conmigo. ¡Si quieres mi carga, tienes que obtenerme a mí!"
Hice exactamente eso. Y de la experiencia vinieron los esfuerzos evangelísticos más sencillos pero más exitosos que nuestro ministerio jamás ha tenido. El Señor nos dirigió simplemente a ir a las calles con un micrófono y una bandera y predicar a Jesús. Una vez que nosotros empezamos a hacer eso, la muchedumbre vino, y la gente comenzó ha obtener salvación a diestra y siniestra.
Cuando el Espíritu Santo dirige, usted no tiene que esforzarse en la carne para tener la carga de él. Ningún cristiano jamás debe sentir carga por encontrar nuevos medios y maneras para alcanzar las almas perdidas. ¡El Espíritu Santo conoce el corazón y la carga del Señor -- y él nos dará su carga y la estrategia si simplemente le buscamos!
Por otro lado, conozco muchas iglesias que están satisfechas con tener apenas reuniones de oración. La gente ora fielmente por horas. Pero ellos realmente nunca tienen la intención de salir afuera para ganar al perdido.
¡Amado, la oración no es suficiente! Usted puede pertenecer a un grupo de oración -- pero si sus oraciones no se tratan de recibir poder para testificar, usted acaba enfocado en sus propios problemas. ¡Y se olvidará del mundo afuera que se dirige al infierno!
"¿Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?" (Gálatas 3:5).
Pablo dice que Dios nos da una medida del Espíritu Santo -- y él no lo da según nuestras obras, pero según nuestra fe en él.
Jesús es la única persona que tuvo el Espíritu Santo sin medida. Mas ha habido muchos hombres y mujeres -- en el Viejo y el Nuevo Testamento, y a través de la historia -- a quienes les fue dada una gran medida del Espíritu. ¡Tales creyentes siempre supieron que no tenían que esforzarse por llorar lágrimas santas por un mundo perdido y destruido porque el Espíritu Santo llora a través de ellos!
Nuestra parte debe ser simplemente orar: "¡Espíritu Santo, t conoces a todos los que en mi círculo de influencia están bajo la convicción -- porque t eres el que les da convicción! T ves cada lágrima que cae en la calma de la noche. T conoces a todos los que están desesperados y llorando por ayuda. Yo soy tu instrumento. Lléname con tu carga, y llévame a los que t has preparado."
Dios quiere darnos poder por una razón -- y es para llevarnos a las calles, llenos de su palabra, dirigidos por su Espíritu. ¡l quiere que seamos capaces de hablar una palabra dirigida del cielo -- un mensaje penetrante, que convence y tiene el fuego inconfundible del Espíritu!
Pero yo le pregunto: ¿existe un clamor en su alma por el perdido? ¿Tiene una carga por ésos en su círculo de influencia? ¿O se enfoca usted interminablemente en sus propias necesidades? ¡Si usted no conoce el corazón de Cristo y no tiene su carga, usted nunca debe esperar ser usado por l!
Cada uno de nosotros podemos pedir en fe por más del Espíritu Santo. Podemos pedirle que nos de su carga, llore en nosotros, nos dirija, hable a nosotros y por nosotros. ¡l está esperando dirigirnos -- para revelarnos los caminos del Padre!
Nuestro círculo de influencia puede que no sea ni China ni frica. Para muchos cristianos, el trabajo de la eternidad se centrará en la familia, los amigos y colegas de trabajo. Pero los requisitos son siempre los mismos: para alcanzar al perdido, tenemos que pedir que el Señor se mueva en ellos con convicción -- y que prepare nuestros corazones con una palabra oportuna.
Si todos los que leen este mensaje permitieran que el Espíritu Santo haga esta palabra verdadera en ellos -- buscarlo para obtener su carga y dirección -- no es posible expresar el tipo de cosecha que el Espíritu pueda traer. ¡La verdad es, los trabajos más grandes por la eternidad no se hacen en cruzadas en masa, sino con un santo que alcanza una alma perdida. Pero esto sólo sucede cuando cada santo obtiene la carga del Señor!
Ofrézcase al Espíritu Santo ahora mismo. Búsquelo ayune y ore. Pdale que lo dirija a aquellos que l ha convencido y preparado para oír su palabra. Entonces confíe en su dirección y su poder para obrar lo milagroso. ¡Él lo hará! ¡Dios quiere salvar a muchos en su familia y en su círculo de amigos y conocidos!