¡Pero Nosotros Vemos a Jesús!
Hoy Satanás está tratando de sacar a la iglesia de su mensaje de la centralidad de Jesucristo. Satanás no desea nada más que desviar al pueblo de Dios de su mensaje y una forma en que lo hace es irritando a los cristianos con la política hasta que ésta los consuma. Cuando esto sucede, todo lo que hablamos es sobre ese tema y Jesús ya no es la preocupación que nos consume.
Hay asuntos que deben preocupar al pueblo de Dios, pero no al extremo de que el corazón se abra a la amargura y a la actividad no cristiana. Debemos poder orar sin un espíritu perturbado. Jesús insiste en que no permitamos que nada nos robe su paz. De hecho, él ordena que entremos y permanezcamos en su reposo: “Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo” (Hebreos 4:1, NTV).
Esta no es una declaración política. Más bien, es una advertencia a los cristianos para que no se enreden en la creciente amargura de la política actual. El testimonio de Jesús es que podemos estar en este mundo pero no ser parte de él. Esto significa que no participamos de su espíritu ni de su atracción. El hecho es que así es como nos convertimos en un testimonio de esperanza en un mundo sin ninguna. Cuando una persona ansiosa nos pregunta, podemos responder con fe y confianza: “Jesús es mi esperanza y mi paz”.
Jesús debe permanecer en el centro de nuestros corazones, mentes y actividades, no la política. Aunque esas cosas son importantes, pueden privarnos de nuestra preocupación central, el evangelio de Jesucristo. Nuestra confianza como cristianos es que sabemos que todas las naciones vendrán a estar bajo la autoridad de nuestro Señor Jesús.
A nuestro alrededor, el mundo se está derrumbando. ¡Pero nosotros vemos a Jesús! Lo vemos en todas nuestras pruebas actuales. Lo vemos de pie con nosotros en nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestras crisis, en todas las cosas.
Sobre todo, vemos a Jesús preparando todo para su venida. ¡Aleluya!