¡UN GOZO GRANDE Y EXUBERANTE!
“Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia” (Hechos 2:28).
¿Te has preguntado cómo era Jesús día a día, Su corazón, Su actitud? ¿Se veía destrozado por todas las cargas que llevaba? ¿Lloraba? ¿Había una pesadumbre solemne en su presencia?
Él lloró, y llevó cargas pesadas. En Getsemaní sudó gotas de sangre, y en otras ocasiones gimió y suspiró por la incredulidad, pero la Palabra de Dios deja en claro que Cristo estaba lleno de gozo y alegría.
“Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua” (Hechos 2:25-26). Al hablar de esto a los judíos, Pedro citó una profecía del Salmo 16. Era una visión de Cristo, que tendría un corazón lleno de regocijo, una lengua que hablaría cosas alegres y un semblante lleno de gozo por la presencia de Su Padre.
Debemos regocijarnos, estar alegres y llenos de gozo por las mismas razones que Jesús estaba alegre. La primera razón de Su gozo es que sabía que era imposible que la muerte lo retuviera. ¡Y así mismo es para nosotros! Este conocimiento destruye la doctrina perversa que dice que Jesús fue puesto en manos del diablo y tuvo que luchar para salir del infierno. ¡Jesús sabía en la tierra que la muerte no lo podía contener y nosotros también lo sabemos!
En segundo lugar, el Señor está a nuestra diestra en todas nuestras tribulaciones. Podemos descansar con esperanza y con expectación, sabiendo Él está a nuestro lado en todo momento.
En tercer lugar, “Porque no dejarás mi alma en [la muerte]” (Versículo 27). Vamos a resucitar a una nueva vida en un nuevo cuerpo, en un mundo nuevo.
Y por último, ¡su sola presencia nos inunda de gozo! ¿Cómo podemos hacer otra cosa que gritar y alegrarnos al saber que hemos sido liberados del infierno, se nos ha prometido vida eterna, se nos ha dado Su seguridad en medio de todos los problemas aquí en la tierra, y Su presencia se ha manifestado ante nosotros?