¡Uno mayor que Salomón esta aquí!
Según Jesús, cierto testigo aparecerá el Día del Juicio ofreciendo un testimonio malvado contra esta presente generación. La Reina de Sabá va a tomar el asiento de testigos y sus palabras serán condenadoras: “La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y en este lugar hay alguien que es más que Salomón. (Mateo 12:42).
Esta reina se dirigirá a nuestra generación, a nosotros que vivimos en los últimos días. Y su condenación será la siguiente: Ella describirá cada esfuerzo, agonía y penuria que tuvo que soportar para obtener sabiduría de Salomón. Ves, en su tiempo, esta mujer esta desesperada por la verdad que la libertaria. Y en el Juicio ella va a testificar, “Viaje de la parte más lejana del mundo para echar mano de la sabiduría de Salomón. Ustedes, por otro lado, están saturados con la verdad evangélica. Ustedes tienen a uno mayor que Salomón viviendo en sus medios. Sin embargo, han cerrado sus ojos y oídos a él.”
Exactamente, ¿quién es esta Reina de Sabá? Y, ¿por qué era ella tan importante que hará una aparición en el Juicio? Los eruditos dicen que ella era una gobernante Árabe, que reinaba sobre la región conocida hoy como Yemen. Era una cultura que a través de los siglos se satisfacían con adivinanzas. La mente árabe constantemente exponía preguntas sin ofrecer respuestas.
Esta mujer prominente puede que estuviera perturbada en su alma con todas las grandes preguntas de la vida que no tenían respuesta. Ella quería sabiduría que la ayudara a saber como vivir, gobernar y ayudar a los demás. Pero, ninguna cantidad de dinero, fama o consejo podía contestar los clamores de su alma. Las ansias más profundas de su alma no tenían respuesta.
Entonces escucho hablar del Rey Salomón. Él tenía una reputación a través de todo el mundo conocido como uno que tenia una increíble sabiduría. Las Escrituras dicen que la reina “oyó de la fama” (1 Reyes 10:1), quizás a través de mercaderes o marinos que habían viajado a Jerusalén. Según sus reportes, el rey de Israel entendía la naturaleza humana como nadie más. Él podía contestar cada pregunta y solucionar cualquier problema, sin importar cuan complejo.
La reina pensaría, “¿Quién es este hombre que pronuncia tal sabiduría y contesta las difíciles preguntas de la vida?” Sus propios dioses no hablaban, oían o conversaban. Así que ella determinó, “Debo llegar a Salomón a cualquier precio. Tengo que acallar estas ardientes preguntas. Si él puede descifrar las incógnitas de la vida, entonces él es el indicado para contestar mis ansias.”
Ella pidió una caravana para que la llevara a Jerusalén, a una distancia de algunas 1,500 millas. El viaje les tomaría como 75 días <150 días ida y vuelta> casi medio año. Y los llevaría por un desierto hirviente. Enfrentarían ladrones y terreno árido sin comodidades. Soportarían noches frías; pero nada podía detener a la reina de obtener una audiencia con Salomón.
Ella tenía que ser acompañada por soldados, oficiales guberna-mentales, sirvientes, cocineros e interpretes. Los camellos iban cargados de comida, agua y regalos en joyas y especias. Por todo, la caravana comprendía “un sequito muy grande” (1 Reyes 10:2). Imagínate la apariencia de este gran sequito llegando a Jerusalén, después de meses de tormentas de arena, calor que desmaya e increíbles penurias. Ahora, mientras se acercaban a la capital, los asistentes de Salomón se apresuraban a encontrarse con la reina, diciendo, “Que viaje tuvo. Por favor, refrésquese. Nuestro rey ha dispuesto sus grandes baños para usted.”
Luego, la reina fue llevada a la corte de Salomón. Y ella no perdió tiempo en hacerle cada pregunta que la había confundido. “…vino a probarlo con preguntas difíciles…Al presentarse ante Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.” (1 Reyes 10:1-2). La reina expuso todo ante él.
Y ella no fue defraudada. Las escrituras dicen, “Salomón le contestó todas sus preguntas; nada hubo que el rey no le contestara.” (10:3). Salomón generosamente le contesto verdades temibles e iluminantes. El no dejó un solo tema sin contestar. Me imagino el rostro de la reina iluminándose con cada contesta, dándose cuenta, “Entonces es así.” Imagínate la paz que inundo su alma mientras sus preguntas de toda una vida fueron contestadas, una a una.
Después, le dieron una excursión por todo el reino de Salomón. Lo primero que aprecio fue el orden, la belleza y la prosperidad que la sabiduría de Salomón había traído a la nación. Ella contempló “… la casa que había edificado, así como la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas y los holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová,…” (10:4-5). Era tan abrumante, “quedó tan asombrada” (10:5). Sencillamente, se quedo sin respiración.
Cuándo lo asimilo todo, ella le dijo a Salomón, “¡Es verdad lo que oí en mi tierra de tus cosas y tu sabiduría! Yo no lo creía hasta que he venido y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad: tu sabiduría y tus bienes superan la fama que yo había oído. ¡Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti y oyen tu sabiduría! ¡Y bendito sea Jehová, tu Dios, que te vio con agrado y te ha colocado en el trono de Israel!, pues Jehová ha amado siempre a Israel, y te ha puesto como rey para que hagas derecho y justicia.” (10:6-9).
Después de su excursión, la reina le ofreció a Salomón todos los regalos que había traído en su caravana. A cambio, él puso todo su almacén a su disposición y ella se maravilló de su vasta riquezas. “El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y todo lo que pidió, además de lo que personalmente le regaló.” (10:13).
Los líderes religiosos de los días de Jesús estaban familiarizados con la historia de la reina. Ellos lo habían enseñado en sus sinagogas, y ellos sabían todo acerca de su desesperación por conocer a Salomón. Ahora Cristo usó su historia para advertirles, “Esta misma reina del Sur los va a condenar ante el Padre. Ella salió de la parte más lejana del mundo para escuchar la sabiduría de Salomón. Y he aquí, uno mayor que Salomón esta ante ustedes ahora.”
¿Me pregunto si esta reina acusara a nuestra generación del mismo pecado? Dirá: “Yo vi y escuche la sabiduría de un hombre que vivió en mi tiempo, y sus palabras cambiaron mi vida. Yo solo tuve una sesión con él, y él contestó todo lo que había en mi corazón. Él conocía todos los asuntos e inquietudes en mi vida, y su verdad me alivio de toda mi confusión.
“Pero llego el tiempo en que tuve que irme de la presencia de ese hombre. Pero no fue así para ustedes. Ustedes tuvieron a uno que vivió en sus medios, y tuvieron acceso a su sabiduría todo el tiempo. Además, el Rey Jesús es infinitamente mayor que Salomón. Y él tiene una Palabra que hablarte acerca de todo en tu vida. Él quiere que esa Palabra te traiga alivio, y que te de paz y gozo.
“Así que continuamente los invita a su mesa de banquete. No tienen que viajar 1,500 millas para llegar allí. El vino a ustedes, y no pide regalos ni joyas. Todo lo que él quiere es que lleven sus cargas a él. Él quiere escuchar tus inquietudes, llevar tus cargas, y contestar tus inquietudes. El único incienso que él desea de ustedes son sus oraciones y alabanza.
“Cuando estuve en el palacio de Salomón, vi cuan felices estaban sus sirvientes. Ellos iban a la mesa del rey diariamente y gustosos absorbían su sabiduría. Escuchaban atentamente a cada una de sus palabras, con gran respecto. Y cuando iban al templo a adorar, tenían temor santo. Era una vista tan gloriosa, que me dejo sin aire. Yo había escuchado grandes cosas de Salomón, pero nada me preparo para lo que experimente en su presencia.
“Es una historia diferente, con tu generación. Ustedes son tan frívolos en cuanto a su Rey. Ustedes tienen acceso a toda su maravillosa sabiduría, toda su justicia y santidad, pero ustedes lo ignoran día tras día. ¿Cómo pueden estar satisfechos de llevar vidas tan deprimidas y temerosas? Tienen en sus medios la fuente de sus respuestas. ¡Él es mucho mayor que Salomón!”
Déjame hacerte una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que tuvo una experiencia que te maravillara con Jesús? ¿Cuándo estuviste tan absorto por su sabiduría pacificadora que te dejo sin aire? ¿Cuándo fue la ultima vez que dijiste, “Nada de lo que fui enseñado acerca de Cristo me preparo para esta experiencia con él? ¿Él ha solucionado mis dudas y me trajo completo gozo?”
Jesús nos esta diciendo en este pasaje, “Si profesas ser un seguidor mío, tienes que hacerte la siguiente pregunta.”
Todos tenemos que contestar una pregunta crucial hoy: “Si uno mayor que Salomón esta en mis medios, ¿es posible que me deje confundido? ¿Si su sabiduría siempre esta disponible, la busco tan apasionadamente como la reina buscó la sabiduría de Salomón?
Yo creo que la reina nos esta preguntando, ¿Si Salomón estaba dispuesto a escuchar todas mis preguntas, estará menos dispuesto tu Rey a escuchar las tuyas? ¿Si Salomón fue tan paciente para contestar todas mis inquietudes, no tomara tu Señor omnisciente todas tus cargas? ¿Cómo puede Jesús estar menos dispuesto a hablarte, para darte su sabiduría y guía?”
Lo cierto es, Dios aun habla a su pueblo hoy. Y el habla tan claramente como lo hizo en el Antiguo Testamento, o los apóstoles, a la iglesia primitiva. Pero debemos darnos cuenta de una cosa: Dios solo escoge hablarles a aquellos que tienen oídos para escucharle. Déjame ilustrar.
Marcos 4 nos dice que Cristo “enseñaba (al gentío) por medio de parábolas muchas cosas.” (4:2) En este pasaje, Jesús cuenta la parábola del sembrador, acerca de un hombre que siembra semillas en el campo. Pero cuando él terminó la historia, la multitud quedo desconcertada. Ellos pensaban, ¿Quién será este sembrador que él describe? ¿Y que representa la semilla? Tanto hablar de aves, demonios, tierra espinosa, buena tierra, ¿de qué se trata esto?”
Jesús no se lo explico. En cambio, la Escritura dice, “El que tiene oídos para oír, oiga.” (4:9) Solo los discípulos y pequeño remanente querían respuestas. Así que después se acercaron a Jesús, preguntando el significado de la parábola: “Cuando quedó solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.” (4:10). Entonces Cristo tomo el tiempo para contestar todos sus inquietudes (ver 4:14-20).
¿Puedes ver lo que esta sucediendo en esta escena? Jesús le había dado al gentío una verdad revelada, una palabra pronunciada directamente de la boca de Dios, pero los desconcertó. Puedes pensar, “¿Por qué Jesús no explico la parábola mas claramente?”
Encontramos una clave mas adelante en el mismo capitulo: “Y sin parábolas no les hablaba” (4:34). Yo creo que Jesús estaba diciendo, “Si quieres entender mi Palabra, tendrás que buscarme por la respuesta. Y debes venir como la Reina de Sabá: con hambre por la verdad que te hará libre. Te daré toda la revelación que necesitas; pero tienes que acercarte a mí con un oído perseguidor y atento.”
Imagínate lo que sucedió con la mayoría de la gente después que se fue a casa. Los vecinos estarían a su alrededor, ansiosos por saber lo que Jesús dijo: ¿Qué mensaje trajo? Cuéntanos lo que aprendieron.” Aquellos que le escucharon quizás pudieron repetir sus parábolas. Pero sus palabras parecerían muertas, sin vida, sin impacto o poder para cambiar vida.
Yo creo que sucede lo mismo en la iglesia de Cristo hoy en día. La palabra que sale de muchos pulpitos es letra muerta sin revelación del Espíritu Santo o poder para libertar del pecado. Luego, cuando la gente se va a la casa, muchos de ellos solo repitieron la palabra que escucharon sin la vida del Espíritu. Que contraste a los hambrientos discípulos y los otros que fueron seguidores de Cristo en esta escena. Esta gente representan a todos aquellos que tienen hambre de la Palabra de Dios, y que persiguen a Jesús a cualquier precio para conseguirlo. Ellos componen, “La Compañía de a Reina Sabá” siervos que quieren una revelación de Cristo que cambie su vida.
¿Cómo responde Jesús a su búsqueda? Él dice: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; pero a los que están fuera, por parábolas todas las cosas,” (Marcos 4:11). La palabra griega para misterio aquí significa secretos. En resumen, Cristo solo revela sus secretos a aquellos que tienen hambre de una verdad transformadora. Él esta diciendo: “Si quieres contesta a tus preguntas difíciles, búscame. Pasa tiempo conmigo. Te revelare mi Palabra, y te mostrare verdad que otros no pueden ver.”
Así, que ¿quiénes son aquellos que “los que están fuera” (4:11)? Jesús se esta refiriendo a las multitudes que no están dispuestos a esperar en el. No dejan su comodidad para hacer lo que es necesario para entrenar su oído a su voz. Puede que vayan a la iglesia regularmente y busquen del Señor para que supla todas sus necesidades humanas. Pero no están interesados en conocer su voz mas allá de su habilidad de proveer para ellos. Su verdad libertadora si siendo una incógnita para ellos, una serie de enigmas cerradas.
La amenaza del diablo contra la iglesia hoy va mas allá de la inundación de suciedad que esta siendo derramada sobre la tierra. Esta más allá del materialismo, adicciones o seducciones intensas. Nuestra batalla es una de fe. Mientras más dispones tu corazón para buscar a Jesús, más feroz se hace el ataque de Satanás contra nuestra fe.
En los últimos meses, he escuchado confesiones de santos piadosos que hablan de horribles ataques en sus mentes. Están plagados por dardos de dudas y preguntas inquisitivas sobre la fidelidad de Dios. Se preguntan si él esta preocupado por sus ministerios estancados, sus matrimonios en problemas, sus hijos deslizados. Muchos están cojeando hacia delante, dudando en su fe, pensando, “No creo que pueda seguir.”
Entonces leí la carta de una querida mujer de 81 años quien escribió a nuestro ministerio. Ella dijo, “El cáncer óseo se esta comiendo a mi marido. Mientras que mi hijo se esta muriendo de SIDA. Y yo me estoy consumiendo lentamente con diabetes.” Mientras leí todo lo que esta familia esta soportando, sacudí la cabeza, pensando, “¿Cómo puede ella mantener su gozo?” Esto es demasiado para cualquiera. Seguro que Dios será menos exigente con ella acerca de su fe.”
Luego leí él ultimo párrafo de su carta: “A pesar de todo, Dios es fiel. El no ha fallado una vez en cualquier palabra que nos ha prometido. Hemos entregado a nuestro hijo en las manos de Jesús. Y ahora estamos esperando por el día cuando veremos a nuestro bendito Señor cara a cara.”
Si, la batalla es acerca de la fe. Vemos esto ilustrado en Marcos 8, cuando Jesús alimento a 4,000 personas con siete panes y unos cuantos peces. Después, él entró a un barco con sus discípulos y zarparon al otro lado: “Se olvidaron de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. 15 Y él les mandó, diciendo: --Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Discutían entre sí, diciendo: --Es porque no trajimos pan.
“Entendiéndolo Jesús, les dijo: --¿Qué discutís?, ¿Por qué no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿No recordáis? Cuándo partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: --Doce. --Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: --Siete. Y les dijo: --¿Cómo es que aún no entendéis?” (Marcos 8:14-21).
Jesús les estaba recordando, “¿No recuerdan quien soy? Ustedes acaban de verme multiplicar unos cuantos panes y peces para alimentar a una multitud. ¿Cómo pueden olvidar un milagro así? Yo les dije que Uno mayor que Salomón estaba en sus medios. ¿Cuándo van a entender que Dios está presente con ustedes todo el tiempo, en cada crisis? Ustedes tienen ojos, pero no ven.”
Como debe entristecer al Señor cuando olvidamos sus victorias pasadas en nuestras vidas, todos los milagros de liberación. Él nos ha llamado sus amigos (ver Juan 15:15), pero en nuestras crisis a menudo olvidamos su fiel amistad. Por eso Jesús advirtió a los discípulos acerca de la levadura de los Fariseos. En esencia, él les dijo: “Si vienen a mí con preguntas difíciles, no esperes que conteste si tienes un corazón de incredulidad. Debes venir a mí con confianza y fe, creyendo que yo soy Uno mayor que Salomón.”
En otra escena en Marcos 4, otra vez los discípulos estaban cruzando un lago. Esta vez, “Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.” (Marcos 4:37). Una torrente de olas inundaban el barco, y los discípulos frenéticos se apuraban para sacar el agua creciente. Estos eran pescadores con experiencia, y pronto se dieron cuenta que sus vidas estaban en peligro. Así que rápidamente despertaron a Jesús, quien dormía en la parte de atrás del barco, y gritaron, “¡Maestro, nos estamos a hundiendo!”
Mientras me imagino a Jesús siendo despertado, mi carne quiere que el anime a los discípulos: “Me alegro mucho que me hayan despertado. Esto es serio. Pobres hermanos, siento mucho haberles dejado soportar esta tormenta por tanto tiempo. Perdónenme por no actuar antes. Espero, que no pensaran que no me preocupo por su crisis.”
No, la reacción de Jesús fue todo lo contrario. ¡Él reprendió a los discípulos! “--¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? (4:40). Imagínate lo que esos hombres pensaron en ese momento: ¿Jesús realmente esperaba que nos paráramos con el agua hasta la cintura, y no tuviésemos miedo? Esta es la peor tormenta que hemos enfrentado. Las olas están entrando y el barco esta a punto de hundirse. ¿Debíamos practicar la fe en una situación sin esperanza?”
La respuesta es: ¡sí, absolutamente! Jesús estaba probando su fe. Él quería saber, “Estos seguidores, ¿confiaran en mi frente a la muerte? ¿Se aferraran a su creencia en mí? En la carne, Cristo pudo estar dormido. Pero el también era Dios, y el Señor nunca duerme: “Por cierto, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.” (Salmo 121:4).
Ahora mismo, puede que tu barco este inundado, tu situación más allá de la esperanza. La tormenta arremolinándose a tu alrededor puede ser tan temerosa como cualquiera que hayas enfrentado. Pero el aun es Dios, y tu tienes a uno mayor que Salomón contigo. Él es Señor sobre cada tormenta, y él usara esa tormenta para probarte. Él esta permitiendo que tu crisis para ver lo hay en tu corazón.
Puedes pensar, “Pero, ¿y si mi barco se hunde? ¿Qué sucederá entonces?” Considera el ejemplo de Pablo en los Hechos. Su barco se hundió, y el no perdió su vida. De hecho, él se aferró a la Palabra de Dios para él en medio de esa tormenta: “El barco se va a hundir, pero te daré la vida de todos los que están a bordo.” Cuando paso la tormenta, Dios fue glorificado por su fidelidad. Y grandes milagros siguieron, acompañado por un gran avivamiento (ver Hechos 28:1-10).
Si, el Señor puede permitir que soportes algo que se ve absolutamente desastroso. Pero sobrevivirás si confías en él. Tu barco se puede hundir, pero Dios te dará la fortaleza para nadar a la orilla, como él hizo para Pablo. Todo lo que puedes perder es aquello que es material, y Dios fácilmente puede reemplazar eso. Él es dueño de barcos más grandes y mejores y él puede bendecirte con más de lo que hayas perdido.
Tengo que admitir, mientras leí la reprensión de Jesús hacia los discípulos, yo creo, “Señor, eso no es justo. Yo recibo cartas de gente hoy, quienes están enfrentando sus propios desastres. Están perdiendo sus hogares, sus trabajos y sus seres queridos. Seguramente tu no esperas que se mantengan llenos de fe.”
Entonces el Espíritu Santo me recuerda de algún lugar empobrecido que he visitado. He visto gente viviendo en chozas y durmiendo en el suelo, no obstante, tienen un gozo que nunca había visto en otro lugar. Ellos se regocijan en la diaria fidelidad de Dios, y él hace que su fe abunde, a pesar de sus pruebas.
Esta gran apostasía es profetizada en las escrituras. Pablo advierte, “¡Nadie os engañe de ninguna manera!, pues no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,” (2 Tesalonicenses 2:3).
En el Antiguo Testamento, el Señor nos da un ejemplo de lo que les sucede a aquellos quienes se deslizan de la fe en el poder de Dios a su favor. En 2 Crónicas 14, el rey Asa enfrento un ejército de un millón de etíopes. Pero el rey tenia gran fe: “Y clamó Asa a Jehová, su Dios, y dijo: « ¡Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, Jehová, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre marchamos contra este ejército. Jehová, tú eres nuestro Dios;” (2 Crónicas 14:11).
¿Qué sucedió entonces? “Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa” (14:12). ¡Que gran fe tuvo Asa! Durante años después, “Y no hubo más guerra hasta el año treinta y cinco del reinado de Asa.” (15:19). Por años, Asa caminó en fe ante el Señor, y eso trajo el favor de Dios sobre Judá. Una gran paz cayó sobre la tierra, y esa paz se convirtió en un testimonio ante el mundo. Pronto personas hambrientas de alrededor inundaron a Judá, porque ellos sabían que Asa caminaba con Dios.
Entonces, en el año treinta y seis de su reinado, Asa enfrentó otra crisis. El rey de Israel se levanto contra Judá, capturando a Rama en un esfuerzo por cortar toda mercadería entre ellos y Jerusalén. El plan era obligar a Judá a pasar hambre hasta que se sometiera. Asa quedo completamente vulnerable, pero esta vez el no confió en el Señor en su crisis. En vez de orar a Dios por dirección y consejo, el se volvió al rey de Siria. A cambio de la ayuda de Siria, Asa abrió la tesorería de Israel, vaciándola del oro y la plata de la nación.
Y así Judá fue liberado de su enemigo, pero no por el Señor. Esa gloria fue a un ejército extranjero de Siria. Y ahora el testimonio del poder de Dios de Judá al mundo se perdió. Un profeta justo en la tierra fue a Asa con esta palabra mordaz: “Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová, tu Dios,… Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón perfecto para con él. Locamente has procedido en esto; por eso de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.” (16:7, 9).
Estoy convencido que muchos cristianos hoy en día están inquietos por la misma razón que Asa lo fue. Tienen guerra en sus almas, porque cambiaron la fe por confianza en sí mismos. Pero el hecho es, no hay forma que un seguidor de Jesús pueda tener fe en cualquier otra fuente y no este inquieto.
La advertencia de Cristo es sencilla y clara: Uno mayor que Salomón esta en medio nuestro. Y debemos creerle, confiar completamente en él, y entregarnos totalmente a su cuidado. Él peleara nuestras batallas y tratara con nuestros enemigos. Entonces no habrán mas guerras, porque él las arreglara todas para nosotros: “que hace cesar las guerras…” (Salmo 46:9).
Uno mayor que Salomón se mostrara fuerte a tu favor, si confías en él.