¿A Quién Creeremos?

Un hombre cristiano con toda sinceridad me hizo la siguiente pregunta recientemente por medio de una carta: “¿A quién creeremos? A través de los años he leído obras de ministros que estaban convencidos que el fin se acercaba. No obstante, se han equivocado una y otra vez. Hoy me doy cuenta que sólo estaban tratando de vender un libro. Pero otros creían sinceramente que Dios les estaba diciendo que el fin estaba sobre nosotros.

“Así que, “¿a quién creeremos? Yo presentí que el final estaba cerca en 1980. Pero si hubiese sacado las inversiones de mi familia en ese tiempo, hubiésemos perdido grandes oportunidades. “Piensa usted que América se encuentra en la misma crisis que en los ’80? O, ¿continuaremos hacia delante por muchos años, posiblemente décadas?

“Presiento que usted es una de las voces santas en este país. Por eso leo con interés cada uno de sus panfletos y hojas informativas. También he leído su libro, El Ultimo Llamado de América. Le escribo ahora para hacerle la siguiente pregunta: ¿Cómo sabemos que éste es el fin?

“Ahora mismo, muchas personas están basando las decisiones más serias de sus vidas acerca de su relación con Dios. Y yo también. Estoy dando más consideración a este tema de la crisis venidera, por lo que yo creo de su caminar con el Señor.

“Yo creo que las directivas que Dios le da a sus hijos deben ser muy similares. En otras palabras, si vamos a entrar en un tiempo de caos, con el desplomo del mercado, escasez de comida y medicina, seguramente que Dios querrá que todos sus hijos tengan el mismo conocimiento acerca de este acontecimiento. Él nos puede dirigir individualmente a tomar varias determinaciones, pero todos debemos tener el mismo conocimiento acerca de estos temas de mayor importancia. “¿Por qué no es así? Y, “¿cómo sabremos cuando Dios le está hablando a su pueblo?

“Sé que estoy pidiendo demasiadas explicaciones. Oro por cada uno de nosotros durante este tiempo, que estemos en la voluntad de Dios.”

Nunca me he creído profeta. En efecto, tiemblo ante el Señor cuando escucho que muchos creyentes maravillosos como este hombre ponen gran estima en lo que yo escribo y predico. En mis años de ministerio, (ahora tengo sesenta y siete años de edad), me he esforzado por basar todo lo que digo en un tono profético y no sobre una visión o una voz.

Aún así, a veces he estado completamente quebrantado ante Dios acerca de estas cosas, clamando a él a toda voz: “Oh Señor, he estado predicando que el juicio está a las puertas por veinticinco años. He escrito libros y he dado advertencias acerca de una crisis económica por años. Sin embargo, observo que sucede lo contrario. Veo como América prospera y sigue su camino alegremente. Nuestra nación está matando a más de cinco mil bebés a la semana. Estamos resbalando dentro de un foso de suciedad increíble y te estamos sacando de toda institución. “¿Hasta cuándo, Señor?”

Siento como si estuviera haciendo el mismo clamor frustrante que Jeremías levantó ante Dios. Él también pasó años fielmente profetizando eventos que no parecían cumplirse. Él clamó: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.” (Jeremías 20:7-8).

Pero Jeremías no podía dejar de avisar al pueblo de Dios. Aunque sus profecías no parecían tener fundamento, él seguía profetizando. Él escribió: “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” (Jeremías 20:9).

Amados, paso muchas horas encerrado con Dios, y el Espíritu Santo me asegura continuamente que no estoy equivocado acerca de los avisos. Con el tiempo, el juicio cayó sobre Israel, con todos los detalles mencionados por Jeremías. No obstante, el profeta no se jactó, ni dijo que el juicio de Dios era una forma de validar su ministerio. Al contrario, Jeremías estaba lleno de pesar al observar como sus palabras proféticas se cumplían.

Siento el mismo fuego en mi alma que sintió Jeremías. Y estoy más que convencido que nuestra nación será lanzada en una devastadora depresión económica. No importa cuán alto suba la bolsa de valores, no importa cuántas veces se recupere, América aún está al borde de un tremendo choque. ¡Dios ha puesto su rostro contra esta nación por su derramamiento de sangre y su arrogancia contra su nombre, y su juicio vendrá!

Más sin embargo, le doy gracias a Dios por todas las promesas que él nos ha dado en su palabra acerca de su protección y bendición para su pueblo en medio y a través de todas las tormentas. Esas promesas están al fondo y al frente de mi último libro, El Plan de Dios para Proteger a Su Pueblo en la Depresión Venidera

El pueblo de Dios que ora no tiene nada que temer. Ni debemos preocuparnos ni agitarnos. Nuestro Padre celestial tiene todo bajo control. A pesar de ver sus juicios sobre esta nación, me regocijo porque sé lo que el Señor ha prometido en su palabra. ¡Dios sea alabado!

Adjunto algunas promesas de protección que aparecen en mi libro.

Salmo 12:5-7
”Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová; pondré en salvo al que por ello suspira. Las palabras de Jehová, son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre.”

Salmo 16:7-9
”Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseñan mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente.”

Salmo 17:7-8
”Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra, de los que se levantan contra ellos. Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.”

Salmo 18:19
”Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí.”

Salmo 20:6-9
”Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra. Estos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen; mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie. Salva, Jehová: que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.”

Salmo 22:4-5
”En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron avergonzados.”

Salmo 27:5
”Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto.”

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