¿Cómo se Ve Cuando una Persona Ama a Jesús?
“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18).
Pregúntale a cualquier cristiano: “¿Amas a Jesús?” y él responderá: “¡Absolutamente sí!” Pero las palabras por sí solas no podrán sostenerse ante la sagrada luz de la Palabra de Dios. Jesús dijo que dos cosas distintas revelarán tu amor por él y si éstas no se muestran en tu vida, tu amor por Jesús es sólo de palabra en lugar de “de hecho y en verdad”. Esas dos evidencias son: (1) obediencia a Jesús en cada mandato y (2) una manifestación de su presencia en tu vida.
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama… y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21). “Manifiestar” significa “brillar o emanar”. En otras palabras, convertirse en un instrumento o canal que irradia la presencia de Cristo.
Muy a menudo escuchamos: “Oh, Señor, envía tu presencia entre nosotros. Cae sobre nosotros y muévete por tu Espíritu Santo”. Pero la presencia de Dios no cae repentinamente y sorprende o abruma a la congregación. Él no “desciende” como un humo invisible que Dios rocía en la atmósfera, algo así como la nube de gloria del Antiguo Testamento que llenó el templo de tal forma que los sacerdotes no podían ministrar (ver 2 Crónicas 5:14).
Nuestros cuerpos son el templo de Dios; y si viene su gloria, ésta debe aparecer en nuestros corazones y llenar nuestros cuerpos. Cristo no habita en edificios o en cierta atmósfera; de hecho, ¡los cielos no pueden contenerlo! Más bien, él se manifiesta a través de nuestros cuerpos obedientes y santificados, sus templos: “Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6:16).
Si has abandonado todo pecado y deseas conocerlo, llevas contigo la gloria y la presencia de Cristo. ¡Su vida fluye a través de ti en todo momento!