¿Cómo vamos a vencer?

David Wilkerson

Multitudes de cristianos se levantan cada mañana sólo para enfrentar problemas indescriptibles - dolor físico, sufrimiento emocional, luchas financieras. Muchos están tan apresados por problema tras problema, que se preocupan, “Esto es demasiado para manejarlo. ¡Mis problemas están a punto de derrotarme! No tengo más fuerzas para pelear estas cosas. ¿Cómo venceré?”

Nuestro ministerio ha recibido muchas cartas de santos que soportan circunstancias sumamente difíciles diariamente. Recientemente, mi esposa y yo pasamos un día leyendo algunas de estas cartas:

  • Una piadosa mujer escribió: “He estado casada por treinta y cinco años y soy abuela. Pero ahora mi familia está siendo destruida por mi marido adúltero. Él ha sido lleno del Espíritu y ha sido usado a menudo por el Señor. Pero ahora es un mujeriego amargado, lleno de lujuria al final de su vida. Por favor ore para mí. Él ha me ha sacado todo el amor, y soy tan infeliz.

    ”Una nube de sufrimiento se ha amontonado sobre la vida de esta mujer. Todavía ama a su marido y quiere que regrese a casa - pero él ha agotado del todo las emociones de ella. A menudo se pregunta, “Oh, Dios, esto está a punto de destruirme. Pienso que no puedo soportar más. ¿Cómo puedo continuar?”

  • Otra querida mujer escribió: “He vivido con un debilitante problema intestinal por siete años. Mi marido también está mal de salud. Nuestras finanzas están en mala condición, aunque nunca gastamos el dinero en cosas frívolas. Y ahora mi padre de ochenta y nueve años está muriendo de cáncer. Le pedimos que ore por nosotros.

    ”Todos los días esta mujer tiene que enfrentar un padre agonizante, un marido enfermo, dolor físico agobiante y pesadillas financieras. Me pregunto cuán a menudo ella clama, “Señor, estos enemigos son demasiado fuertes para mí. ¿Cómo puede seguir una persona débil, desvalida como yo? ¿Cómo vamos a vencer?”

  • Un Pastor de Tennessee escribió: “El pasado mes de julio fui sometido a una cirugía radical en mi próstata que estaba llena de cáncer. Los doctores también sacaron los músculos que controlan mi continencia. Creen que sacaron todo el cáncer, pero no pueden estar seguros. Ahora también tengo diabetes y úlcera estomacal. Por favor, ¿oraría por mí?”

    ¡Qué enemigos gigantes enfrenta este hombre cada día! Vive con el temor de que su cáncer permanece. Y tiene que soportar el dolor de la diabetes y un estómago ulcerado. Me pregunto cuán a menudo se pregunta, “¿Cómo puedo continuar enfrentando esto? ¿Cómo sobreviviré?”

  • Una hermana mayor en el Señor escribió: “Tendré ochenta y un años en marzo, y tengo artritis y diabetes. Mi espalda y mis piernas están débiles, y apenas puedo caminar. Porque vivo sola, tengo que hacer mis propios quehaceres domésticos. No tengo mucho dinero o algún pariente vivo. Por favor ore por mí.

    ”Me imagino a esta mujer adolorida esforzándose cada mañana sólo para levantarse, luchando para cocinar las comidas, fatigándose para mantener su casa - todo sin ayuda. Ella debe preguntarse a veces, “¿Cómo voy a vencer a través de otro día? ¿Qué me pasará la mañana cuándo no pueda salir de cama?”

  • Otra amada hermana escribió: “Acabo de recibir la noticia que mi marido tiene cáncer terminal en su esófago. Él ha sido un marido piadoso y un padre maravilloso para mi hijo de catorce años. Ore que yo permanezca fuerte, y que mi fe aumente a través de esto.”

    Como tantos otros que nos han escrito, esta pobre mujer está clamando por fuerzas para enfrentar una dificultad gigante cada día.

  • Nosotros recibimos una carta de una mujer en Texas, quien nos contó una tragedia que ya habíamos conocido en las noticias nacionales. Esta querida hermana escribió:

    “Por favor ore por nosotros. Enfrentamos un trágico evento el 4 de octubre que devastó nuestras vidas. Nuestro hijo de diecisiete años, Sean, tuvo una fractura compuesta en su pierna mientras jugaba en un juego del fútbol en la escuela secundaria. El hueso salió a través de la piel y entró en la tierra. Esto causó impacto inmediato en su cuerpo, y el césped y tierra entraron en su pierna.

    “Los paramédicos volvieron a poner el hueso en su lugar, pero después que Sean llegó al hospital, todo fue cuesta abajo. El doctor sólo llegó para una breve visita de dos minutos, aunque vio a nuestro hijo vomitando y tosiendo sangre y su cuerpo dando tirones. Sean tenía una grave infección y dolores de cabeza insoportables, y la sangre estaba filtrándose por de su yeso.

    “El doctor no hizo absolutamente nada. Él dijo que la sangre que Sean estaba tosiendo era de los capilares irritados causados por el tubo en su garganta. Y él dijo que el dolor de cabeza era sólo un problema de sinusitis.

    “Al siguiente día, nuestro hijo murió. Esto nos devastó. Nos dijeron después que si a Sean se le hubiera dado un disolvente de sangre, habría sobrevivido.

    “Mi esposo es un ministro autorizado por las Asambleas de Dios, y tuvo que renunciar a la iglesia. Necesita tiempo para sanarse, como yo. Gracias por orar por nosotros.”

    Aquí está un dedicado siervo de Dios y su esposa que se levantan cada mañana con el terrible dolor de que su amado hijo no está más con ellos. Cada día está lleno de sufrimiento, y no parece que terminará su desesperación. A veces deben pensar, “Señor, esto es demasiado para enfrentarlo. ¿Cómo sobreviviremos?”

Nunca en mi vida he oído de tales problemas, sufrimientos y dolor entre los cristianos - luchas matrimoniales, problemas financieros, pruebas físicas, pesar interminable. Las personas están preguntando, “¿Cómo voy a vencer? Todos estos enemigos son demasiado poderosos para mí. Soy débil, desválido, incapaz de hacer algo acerca de ellos. Señor, ¿cómo puedo atravesar esto?”

La verdad es que, ninguna de estas cosas terribles ha sorprendido a Dios. Él ha previsto cada cosa horrible que le pasaría a la humanidad, incluyendo cada crisis y problema que enfrentamos hoy. Y la Biblia nos dice que Dios quiere mostrarnos cómo enfrentarlos.

El Señor habló a Moisés dos palabras de esperanza que también son para nosotros hoy. Si simplemente hacemos lo que él instruye, no sólo pasaremos a través de nuestras pruebas, sino que encontraremos al Señor fiel cumpliéndonos sus promesas:

“No tendrás miedo de ellos...” (Deuteronomio 7:18). Para Israel, “ellos” representaban las masivas y bien armadas naciones impías, que enfrentaron en la tierra prometida. Para nosotros hoy, “ellos” representa todo problema, tribulación y dificultad aplastante que enfrentamos en la vida.

¿Por qué no debemos a temer, pregunta? ¡Dios lo dice! Ninguna otra explicación se necesita. Dios es todo poderoso, todo suficiente - y está consciente de las fortalezas satánicas que enfrentamos. Conoce cada trampa, prueba y tentación que serán lanzadas contra nosotros. Y nos ordena, “¡No temerás a ninguno de ellos!”

Dios le dio esta orden a Abrahán. Aquí estaba un hombre viviendo en un país extranjero, rodeado de reyes poderosos, sin saber donde terminaría.

Sin embargo, la primera palabra de Dios a él fue, “¡No temas!” “...la palabra del Señor vino a Abram en una visión, diciendo, No temas, Abram: Yo soy tu escudo, y tu gran recompensa” (Génesis 15:1).

El significado de esta última frase es, “Yo seré una pared alrededor tuyo, tu protector, tu defensa.” En esencia, Dios estaba diciéndole a Abrahán, “Vas a enfrentar dificultades. Pero te protegeré a través de todas ellas.” Abrahán respondió creyendo la palabra de Dios a él: “Él creyó en el Señor; y le fue contado por justicia” (versículo 6).

Esta misma palabra vino al hijo de Abrahán, Isaac. También vivió en un ambiente hostil, rodeado por los filisteos que lo odiaban, lo acosaban y lo querían fuera de su tierra. La Escritura dice que cada vez que Isaac excavaba un pozo para suministro de agua, los filisteos los tapaban: “... los filisteos los habían detenido, y los llenaban de tierra” (26:15).

Adonde quiera que Isaac iba, tenía el mismo problema. Incluso llamó un pozo “Esek,” que significa “disputa.” Aparentemente, Isaac no sintió nada sino que disputa en su vida. Debe haber pensado, “¿Cómo alimentaré a mi familia y daré agua para mi rebaño? ¿Y cómo puedo criar a mis hijos sin temor, cuando los filisteos pueden saquearnos en cualquier momento, sin problema? Dios, ¿por qué me has plantado aquí? ¿Cómo podré vencer?”

Mientras esta nube de duda se formaba sobre Isaac, Dios le dio la misma palabra que le había dado a Abrahán: “...Yo soy el Dios de Abrahán tu padre: no temas, porque estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu semilla por causa de mi siervo Abrahán” (versículo 24).

Hoy, como Isaac, somos hijos de Abrahán. Y Dios nos hace la misma promesa que hizo a Abrahán y su descendencia: “Si sóis de Cristo, entonces sóis linaje de Abrahán, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29).

Servimos al mismo Dios que era escudo para Abrahán. ¡Y él está con nosotros tan poderosamente!

Nuestro Padre celestial ve cada paso de nuestras vidas. Y a pesar de todas nuestras crisis y dificultades, nos ordena una y otra vez en la Escritura: “¡No temas!” No vamos creer que nuestros problemas nos derribarán y destruirán - porque debemos saber que él es nuestro escudo.

“Bienaventurado tú, oh Israel: ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre sus alturas” (Deuteronomio 33:29). Dios nos está diciendo, “¡Es mentira que te he desamparado! Es mentira que estoy enfadado contigo y te he dejado para que te defiendas por ti mismo contra tus enemigos. ¡Todas esas son mentiras de Satanás!”

¿Se despierta todos los días en angustia por una lujuria o hábito que le asedia? ¿Vive en tormento, pensando, “Esta cosa horrible todavía está viva en mí?”

Dios sabe todo sobre el pecado que permanece en tu corazón. Y él sabe cómo lo odias y cómo has llorado por él. Ahora él quiere que oigas esta palabra: “¡No temas! Yo soy tu escudo, tu protector, tu defensa, tu espada de santidad contra todos los enemigos. Conozco el camino de salida de la tentación. ¡Y te enseñaré a batallar!”

David sabía esto. Por eso podía decir, “No temeré ningún mal...” (Salmo 23:4). Comprendía que Satanás obtendría la victoria si tan sólo pudiera convencer al rey que tuviera miedo.

Amado, ésa es simplemente la forma en que trabaja el enemigo contra ti. Él quiere que tengas miedo de tus pecados – temor de que nunca serás liberado, de que nunca serás libre.

Pero Dios dice a todos los santos afligidos y heridos: “¡No temas! Veo y conozco todos tus sufrimientos. ¡Y no permitiré que Satanás te destruya!”

Puedes preguntar, “Pero ¿qué voy a hacer? ¿Cómo puedo tener la paz del Señor y descansar en todo esto?”

La respuesta se encuentra en la palabra de Dios a Moisés e Israel. Con un mar ante ellos, un enemigo detrás de ellos y ningún lugar donde voltearse, Dios les ordenó: “...No temáis, estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros...Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:13-14).

¿Qué significa esta última frase - “estaréis tranquilos?” Significa no más preocupación, no más intentos de deducir – en cambio confiar en Dios que haga el camino para ti. Es allí cuando él te da su palabra de dirección, como la dio a Israel: “... marchen” (versículo 15).

Josué también enfrentó enemigos imposibles. Él y su ejército tuvieron que marchar toda la noche a Gabaón dónde enfrentaron una masiva máquina militar de cinco reyes confederados. Cuando Josué miró hacia el campo de batalla, vio el valle lleno de carros poderosos y soldados bien entrenados. Pero todo lo que él tenía era una banda cansada de tropas inexpertas.

En ese momento, una nube de desesperación debe haberse acumulado sobre Josué. Probablemente pensó, “Señor, nosotros apenas llegamos aquí - y ahora tenemos que pelear contra este enemigo fuerte. Por favor, dime - ¿qué vamos a hacer?”

La Escritura dice: “Y Jehová dijo a Josué, No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti” (Josué 10:8).

Dios pronunció la victoria aun antes que Josué entrara en la batalla. Él dijo, “¡La victoria ya esta ganada! Ninguno de estos soldados enemigos quedará de pie después de la batalla. ¡Ahora, ve y pelea, sabiendo que te he prometido la victoria!”

¡Ése es el mensaje de la cruz! La victoria ya está ganada para nosotros.

No importa qué crisis enfrentamos, qué dificultades poderosas se ponen delante de nosotros, nuestra victoria ha sido asegurada: “En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).

¿Significa esto que no vamos a hacer nada - que estamos supuestos a estar de pie y esperar que Dios envíe un ángel a acabar con todos nuestros enemigos? ¡No - nunca! Aunque Dios ha proclamado nuestra victoria, él no hará nuestra parte por nosotros.

Todavía tenemos que levantar una espada para enfrentar al enemigo. La diferencia es que, vamos a hacerlo creyendo que Dios ha prometido darnos poder: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).

El Espíritu Santo responde a nuestra fe. Cuando clamamos a él, él nos cubre con poder sobrenatural para mortificar las obras de la carne. Nuestra parte es la fe - y entonces caminar en la creencia de que el Espíritu de Dios resistirá el poder del mal que viene contra nosotros.

Moisés instruyó a Israel, “No tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón y con todo Egipto...las señales y milagros, y de la mano poderosa, y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblo de cuya presencia tú temieres” (Deuteronomio 7:18-19).

¡Qué poderoso mensaje! Moisés estaba recordándoles a los israelitas, “No importa qué enemigos enfrentes, Dios te ha prometido victoria sobre todos ellos. ¡Él libró a tus padres de Faraón, y hará lo mismo por ti hoy!”

“...para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto” (16:3). “Y acuérdate de que fuiste siervo en Egipto...” (versículo 12).

El clamor de Moisés al pueblo fue, “¡Recuerden el pasado! Si piensan que tienen un tiempo difícil aquí en el desierto, piensen en todos los terrores que enfrentaron en Egipto. No olviden cómo era la vida cuando eran esclavos. ¡Y recuerden todo lo que Dios hizo para liberarlos – para salvarlos y santificarlos de todo eso!”

El profeta Isaías también habló la palabra de Dios a un pueblo que estaba lleno de temor. Esto era en un tiempo cuando Israel estaba convencido de que Dios los había desamparado. Se sacudían temiendo lo que sus enemigos podrían hacerle. Pero Isaías les aseguró:

“... Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que te aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde esta el furor del que te aflige?” (Isaías 51:12-13).

Dios dijo a través del profeta, “La razón por la que tienes miedo es porque has olvidado quién soy. Sólo estás mirando tus problemas, en lugar de mi poder y habilidad para librarte. ¡Has olvidado que mi mano todavía está sobre su vida!”

Puedes tener problemas para recordar los milagros de Dios en tu vida. Puedes pensar, “Mi vida ha sido una pesadilla larga y dura. Simplemente no he tenido mucho en que regocijarme. ¿Cómo puedo recordar los milagros de Dios cuándo no los he experimentado?”

Debes entender - nuestras experiencias pueden inspirar la fe, pero no quiere decir que ellas son la fundación de nuestra fe. Por eso la palabra de Dios siempre nos señala hacia lo que Jesús ha hecho. Debemos recordar su victoria en la cruz por nosotros, y aferrarnos a él por fe. Solo él nos llena de poder para la victoria, por su Espíritu.

Cristo le dijo a sus discípulos, “Ahora regreso al que me envió...no los dejaré desconsolados...” (Juan 16:5, 14:1). La palabra griega para “desconsolado” aquí es “huérfanos” - significa, “desposeído, sin padre.”

Algunas veces puede sentirse como los discípulos se sintieron - que está solo, y que Dios no está obrando a su favor. No ve evidencia alguna de su cuidado. Y Satanás le miente diciendo que el Espíritu de Dios le ha dejado por una temporada.

Pero hay un milagro increíble que no puedes olvidar. Es la promesa de Jesús a todos sus seguidores: “No los dejaré huérfanos. Pagué un precio por ti - ¡y tú eres mío!”

No importa por lo que estás pasando, tu padre celestial nunca ha abandonado ni una vez ningún pensamiento tuyo - y nunca lo hará. Escucha su promesa eterna e inquebrantable:

“Pero Sión dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí. ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros” (Isaías 49:14-16).

Este pasaje nos dice, “Tu necesidad de protección siempre está ante mis ojos. No hay un momento en que este despreocupado en mantener mis muros sobrenaturales de protección alrededor de ti. ¡Mi cerca protectora siempre está allí!”

He conocido algunas madres - incluso esposas de pastores - quienes han abandonado a sus hijos. Hace sólo unas semanas un pastor nos escribió: “He estado casado por veinticinco años, pero mi esposa me dejó recientemente por un hombre que conoció a través de la Internet. Ella abandonó a nuestros niños y de mí. Todavía la amo, y quiero que vuelva a casa, pero ella no quiere. Estoy tan herido ahora mismo, que no puedo dormir. No sé cómo voy a vencer.”

Dios le responde a este hombre, “Incluso tu amada esposa puede abandonarte - pero yo nunca lo haré. ¡Mis muros alrededor de ti siempre estarán seguros!”

Nuestro ministerio recibe muchas cartas de mujeres que han vivido con maridos alcohólicos por décadas. Cuándo leo de su desesperación, pregunto, “Señor, ¿por qué estas mujeres fieles tienen que sufrir tanto, sin señal de esperanza?”

Nunca entenderé por qué mi esposa tuvo que pasar por tanto sufrimiento físico. Ella ha tenido 28 operaciones, seis de ellas por cáncer - más de cuarenta años de terrible dolor. Ningún ministro o teólogo ha podido explicarme por qué ella continúa sufriendo de esta manera.

Pero, no importa por lo que cualquiera de nosotros tenga que pasar, o cuánto tiempo tenemos que soportarlo. Una cosa es verdad sobre todo:

El apóstol Pablo clamó a Dios, “Señor, ¡por favor líbrame de esta espina en mi carne!” Pero el Señor le contestó, “...Mi gracia es suficiente para ti...” (2 Corintios 12:9). Dios le dijo a su siervo, “Pablo, vas a tener que vivir con esta espina. Pero en medio de tu dolor, te daré toda la gracia que necesitas. ¡Tengo un suministro interminable para ti!”

El Señor quiere que sepamos que su gracia es más fuerte que cualquier liberación que él podría traer a nuestras circunstancias. ¿Por qué? ¡Su gracia contiene la revelación plena de quién él es! Puesto simplemente, la gracia de Dios es Jesucristo plenamente revelado - en toda santidad, pero con un corazón tierno y compasivo.

Nuestro Padre celestial ve cada parte de nuestro sufrimiento. Y nos hace estas promesas maravillosas:

“La salvación de los justos es del Señor: El es su fuerza en tiempo de tribulación” (Salmo 37:39).

  • “Él ha dicho, …nunca te dejaré, ni te desampararé. Para que podamos decir confiadamente, El Señor es mi ayudador, y no temeré lo que me pueda hacer el hombre. (Hebreos 13:5,6).
  • “No temas; porque yo estoy contigo: no desmayes; porque yo soy tu Dios: Te fortaleceré; sí, te ayudaré; sí, te sustentaré con la diestra de mi justicia.
  • “He aquí, todos lo que incensaron contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada, y los que se esfuerzan contra ti perecerán, los buscarás y no los hallarás, los que contienden contra ti: los que guerrean contra ti serán como nada.
  • “Porque yo el Señor tu Dios te sostendré de la mano derecha, diciéndote, No temas; yo te ayudaré… Cuando el pobre y el necesitado busquen agua, y no encuentren, y su lengua falle por causa de la sed, yo el Señor los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé” (Isaías 41:10-13,17).

Puedes vencer a través de cualquier situación, crisis o desastre - todo por la gracia de Jesucristo. ¡No importa lo que venga a tu camino, él tiene gracia más que suficiente y el consuelo del Espíritu Santo para ti!