¿Crees en los Milagros?

David Wilkerson (1931-2011)

“Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino” (Mateo 15:32).

Creo que Cristo estaba haciendo una declaración a sus discípulos aquí. Él decía: “Voy a hacer más por la gente que sanarla. Me aseguraré de que tengan suficiente pan para comer. Me preocupa todo lo que afecta sus vidas. Ustedes tienen que ver que yo soy más que poder. Yo también soy compasión. Si me ven sólo como un sanador, un hacedor de milagros, me van a temer. Pero si también me ven como compasivo, me amarán y confiarán en mí”.

Estoy escribiendo este mensaje para todos los que están al borde del agotamiento, a punto de desmayarse, abrumados por su situación actual. Tú has sido un siervo fiel, alimentando a otros, confiado en que Dios puede hacer lo imposible por su pueblo. Sin embargo, tienes algunas dudas persistentes sobre su disposición de intervenir en tu lucha.

Me pregunto cuántos lectores de este mensaje han hablado con palabras de fe y esperanza a otras personas que enfrentan situaciones angustiantes y aparentemente desesperadas. Los has instado, “¡Agárrate! El Señor es poderoso. Él es un Dios que hace milagros y sus promesas son verdaderas. Así que no pierdas la esperanza, porque él va a responder a tu clamor”.

“¿De verdad crees en los milagros?” Esa es la pregunta que me hizo el Espíritu Santo. Mi respuesta fue: “Sí, por supuesto, Señor. Creo en todos los milagros que he leído en las Escrituras”. Sin embargo, esta respuesta no es lo suficientemente buena. La pregunta del Señor para cada uno de nosotros es: “¿Crees que puedo obrar un milagro para ti?” Y no sólo un milagro, sino un milagro por cada crisis, cada situación que enfrentamos. Necesitamos más que milagros del Antiguo Testamento, milagros del Nuevo Testamento y milagros pasados de la historia. Necesitamos milagros personales actualizados que están diseñados sólo para nosotros y nuestra situación.

Piensa en aquella dificultad que estás enfrentando en este momento, tu mayor necesidad, tu problema más preocupante. Has orado al respecto durante tanto tiempo. ¿De verdad crees que el Señor puede resolverlo y lo resolverá de maneras que tú no puedas concebir? Ese tipo de fe ordena al corazón que deje de inquietarse o hacer preguntas. Te dice que descanses en el cuidado del Padre, confiando en que él lo hará todo a su manera y en su tiempo.

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