¿ERES CULPABLE DE IGNORAR A DIOS?

David Wilkerson (1931-2011)

Todo cristiano sabe que Dios no mora en templos o edificios hechos por el hombre. En lugar de ello, nuestro Señor ha elegido vivir en vasos humanos, es decir, en los corazones y cuerpos de su pueblo. Todo creyente puede jactarse con confianza: “Dios vive en mí”. Por supuesto, el Señor está en todas partes, pero según su Palabra, el corazón lavado con sangre es su morada permanente.

¿Cuándo comenzó Dios a permanecer en nosotros? Lo hizo cuando le dimos nuestro corazón a Jesús por primera vez. En ese momento, la presencia residente de Cristo llenó nuestro ser. Él testifica: “Yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros … El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:20, 23).

¿Recuerdas el día en que fuiste salvo? ¿Recuerdas los sentimientos que experimentaste, las promesas que le hiciste a Jesús, prometiéndole abandonar todo y a todos y seguirlo a él? Jesús lo vio sucediendo siglos atrás en la eternidad; y se deleitó en ti. Él sabía que lo ibas a recibir, incluso antes de que fueras formado en el vientre de tu madre.

“Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Salmos 139:16).

Antes de que fueras una semilla, Dios sabía todo acerca de ti y su hijo, Jesús, se deleitó en saber que crecerías para ser su habitación. Él se regocijó ante la idea de abrirte su Palabra: “Os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15).

¿Estás cumpliendo la expectativa de Dios de pasar toda una vida contigo? ¿Está aumentando tu intimidad con él o eres culpable de ignorarlo? Dios te añora y tiene planes para ti. Deja que el Señor haga de este el primer día de un nuevo comienzo para ti.