¿Eres Tú un Testigo en Tu Ciudad?
A menudo esperamos que Dios se mueva en una de estas dos formas: Enviando un derramamiento sobrenatural de su Espíritu Santo para alcanzar multitudes en su reino, o enviando juicio para poner a las personas de rodillas o incluso destruirlas. Pero, amados, ese no es el método de Dios para cambiar las cosas en un día malo. Su forma de reconstruir ruinas siempre ha sido usar hombres y mujeres comunes a quienes él ha tocado. ¡Y lo hace llenándolos con su Espíritu Santo y enviándolos a la guerra con gran fe y poder! “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:4).
¡Tú eres el testigo de Dios para tu ciudad! Él utiliza laicos que se acercan a solas a él, lo buscan en oración, rasgan sus corazones y luego salen llenos del Espíritu Santo, de fe y de poder. Si Dios no te ha estado usando, puede ser, quizas, porque no has sido utilizable. Eso sucede cuando los creyentes quedan "atrapados mirando la gloria" en lugar de prepararse para ser usados.
Los discípulos disfrutaron de la gloria cuando Jesús fue llevado al cielo. Podrían haberse quedado allí para siempre, disfrutando del cálido resplandor, pero el ángel del Señor los reprendió amorosamente: “¿Por qué estáis mirando al cielo?” (Hechos 1:11). Se necesitaba mucha preparación y tareas por completar. “Volvieron a Jerusalén… subieron al aposento alto… [y] todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego” (Hechos 1:12-14).
Cuando salgas de buscar a Dios, puedes pararte con valentía ante tus compañeros de trabajo, tu familia, cualquier persona; y tu testimonio provocará una de estas dos reacciones: Arrepentimiento genuino o enojo. De cualquier manera, por el poder del Espíritu Santo, hablarás una palabra que "penetra el corazón".
Avanza en el poder del Espíritu Santo, llevando la luz de Jesús adonde sea que vayas.