¿ESTÁS CRECIENDO ESPIRITUALMENTE?
Dios no está tan interesado en lo que “hacemos” por él como en nuestro fruto espiritual. Y sólo su Espíritu obrando dentro de nosotros puede producir el carácter piadoso que él desea. Considera la oración de Pablo por los creyentes en Colosas: “No cesamos de orar por vosotros… para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:9-10).
¡Ojalá los cristianos estuvieran tan preocupados por su crecimiento espiritual como lo están por su crecimiento físico! Cuando Pablo rogó a los creyentes que anduvieran “como es digno del Señor”, él simplemente quiso decir que debían crecer en gracia y dar fruto para la gloria de Dios. De hecho, el llevar fruto es la única evidencia de que alguien es un cristiano genuino.
¿Cómo podemos decir que estamos creciendo espiritualmente? La Escritura ofrece el único estándar por el cual podemos medirnos. Jesús declaró: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Así como el nacimiento físico es un punto de inicio para el crecimiento físico, nacer de nuevo es el punto de inicio para el crecimiento espiritual. Tenemos la capacidad de crecer espiritualmente de la misma manera que las flores, los árboles y los bebés crecen y se desarrollan. Debemos crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Además, se nos exhorta a desear “la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2).
“Dios... da el crecimiento” (1 Corintios 3:7). Si no logramos mostrar signos de crecimiento espiritual, o bien algo está terriblemente mal con nosotros o, para empezar, nunca hemos experimentado la vida de Dios. “El justo florecerá como la palmera... aun en la vejez fructificarán, se mantendrán frescos y verdes” (Salmo 92:12, 14). La meta de este proceso de crecimiento es que demos fruto.
El Espíritu Santo te ayudará a identificar las áreas donde necesitas crecer espiritualmente si te humillas y le pides discernimiento.
Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.