¿PARA QUÉ SOMOS BENDECIDOS?
Dios quiere bendecirte y favorecerte. Él anhela enriquecer tu vida, tu matrimonio y tu vida espiritual. Quiere darte sabiduría, entendimiento y discernimiento para que tus decisiones lleven bendición a tu vida.
Una vez que recibimos las bendiciones de Dios, debemos tener cuidado de no convertirlas en algo egoísta.
Lucas 12:16 nos habla de un hombre que fue bendecido. “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho”.
Dios es generoso y le encanta dar regalos a sus hijos. Pero esta historia rápidamente da un giro equivocado, cuando vemos que este hombre “pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?” (Versículo 17).
Ahora, ¿De quién eran esos frutos? Todo le pertenece a Dios, por lo que este hombre estaba revelando su naturaleza egoísta. Comenzó a ver todos sus talentos, sus relaciones y sus muchos dones de Dios como cosas para ser usadas para su propio beneficio. Ese egoísmo comenzó a penetrar en la misma fibra de lo que era.
“Y dijo: …derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate” (Versículos 18-19).
Dios ama bendecir a sus hijos, pero a él también le preocupa lo que hagas con esas bendiciones. ¿Cuál es su propósito al bendecirte? ¿Es simplemente para que amontones bienes para ti mismo y puedas crear el perfecto capullo de comodidad que siempre has querido? ¡No! Como vemos desde el mismo comienzo de su pacto con la humanidad… ¡Eres bendecido para ser de bendición para los demás!