¿POR QUÉ FUE LLEVADO JESÚS A EXPERIMENTAR EL DESIERTO?

David Wilkerson (1931-2011)

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Mateo 4:1). ¡Qué versículo tan increíble! Mateo declara con osadía que el Espíritu de Dios condujo a Cristo a una experiencia en el desierto, donde tendría que atravesar severas tentaciones. Es aún más sorprendente, que este versículo sigue directamente a una escena de gran gloria cuando Jesús acababa de ser bautizado en el río Jordán. Al salir del agua, se abrieron los cielos y el Espíritu de Dios descendió como una paloma y reposó sobre su hombro. “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

Uno podría preguntarse si Dios estaba tan complacido con Jesús, ¿por qué lo llevó a una experiencia en el desierto? Permítanme recordarles que Jesús es el patrón para nuestras vidas como creyentes. Juan escribe: “Como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17). Además, Cristo fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). El mensaje de la Escritura es que todos los que están en Cristo experimentarán una experiencia de prueba, tal como lo hizo Jesús.

Tales pruebas sólo llegan a aquellos que andan en el Espíritu y están en comunión con el Señor. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo nos lleva al desierto, Dios tiene un propósito eterno en mente. No te equivoques, sin embargo; Dios no nos tienta, el diablo es quien tienta. “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Santiago 1:13).

Jesús no sería tentado por un pecado grave porque era justo; sus tentaciones estarían en el ámbito espiritual. Lo mismo es cierto para nosotros hoy. Una persona verdaderamente espiritual probablemente no esté tentada a emborracharse o a usar drogas, pero sus tentaciones serán más parecidas a las que Cristo soportó: desobedecer la Palabra o probar tu dependencia del Padre.

No dejes que el diablo te robe tu unción o socave tu vocación. Párate en la Palabra de Dios y obtendrás la victoria, tal como lo hizo Jesús.