¿Puedo Yo Cambiar?
Muchas personas responden bien a la consejería cristiana como un medio para ayudar a sanar matrimonios y hogares. De hecho, la consejería se ha convertido en un ministerio importante en la iglesia hoy. Pero cada vez más cristianos con problemas no responden a la orientación que reciben. ¿Por qué? Porque un velo espiritual se ha asentado sobre sus ojos, una ceguera a su propia culpa y a su necesidad de cambiar. Y ese velo debe ser quitado antes de que cualquier cambio sea posible en sus vidas.
“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:16-17).
La Biblia habla claramente a todos los que obedecerían al Señor: “No puedes ser cambiado si permaneces voluntariamente ciego a la Palabra de Dios”. En el versículo 16, “convertir” significa “cambiar el rumbo”. En resumen, Pablo dice: “Debes admitir que el curso que estás tomando te ha llevado al vacío, a la ruina, a la desesperación”.
El cambio es exclusivamente obra del Espíritu Santo: “¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?” (2 Corintios 3:8). Simplemente no podemos cambiarnos a nosotros mismos; sólo el Espíritu de Dios puede conformarnos a la gloriosa imagen de Cristo. Pablo experimentó este tipo de cambio cuando todavía era conocido como Saulo, viajando por el camino a Damasco para perseguir a los cristianos allí. El Señor lo interceptó y creó una crisis para cambiar completamente el curso de su vida (ver Hechos 9).
Para poder ver el cambio, deben suceder varias cosas. Primero, debes crecer en el conocimiento de la misericordia de Dios, seguido de la seguridad de que no te rendirás, no importa cuán mal se pongan las cosas. “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos” (2 Corintios 4:1). Y luego, debes abandonar por completo todas las cosas ocultas en tu vida: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (4:2).
Dios te cambiará cuando te sometas a su Palabra y al poder transformador de su Espíritu. Ríndete a su voluntad hoy y permítele a él convertirte en un vencedor. Permanece en su Palabra, invoca su nombre diligentemente y confía en que el Espíritu Santo te cambiará.