¿SE HA MARCHITADO NUESTRO PRIMER AMOR?
Jesús les dijo a los cristianos en la iglesia de Éfeso, una iglesia fundada en la enseñanza piadosa del apóstol Pablo, que habían dejado su “primer amor” (ver Apocalipsis 2:4).
Cuando Jesús usa las palabras “primer amor” aquí, él no se está refiriendo al amor inmaduro que experimentamos cuando somos salvos por primera vez. Más bien, él está hablando de un amor exclusivo. Él está diciendo: “Alguna vez yo ocupé el primer lugar en tu corazón, pero ahora has permitido que otras cosas ocupen mi lugar”.
Es significativo notar que de todos los pecados que Jesús señala en las siete iglesias del Nuevo Testamento en Asia, el primer pecado que nombra es el que más lo aflige: una pérdida de afecto por él.
Los cristianos en Éfeso habían recibido una enseñanza excepcional de Pablo; de hecho, al leer las cartas de Pablo a los Efesios, me sorprende el evangelio que estas personas oyeron y vivieron. Ellos caminaron estrechamente con el Señor y Pablo los halagó extensamente en Efesios 1:1-5.
Estos cristianos habían “recibido vida juntamente con Cristo ... y resucitados juntamente con él, y fueron sentados en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (ver Efesios 2:5-6). ¡Qué descripción de un pueblo bendito y santo! Es evidente que los efesios no eran sólo un grupo de novatos o santos tibios. Jesús estaba examinando los corazones de un pueblo que estaba bien cimentado en la verdad del evangelio. Sin embargo, él señaló que algo andaba muy mal: “De alguna forma en todas tus obras, has permitido que tu primer amor se marchite”.
Yo creo que esta advertencia a los efesios está destinada a todos los cristianos que viven en estos últimos días. En pocas palabras, el Señor nos dice: “No es suficiente que tú seas un siervo cuidadoso, generoso y diligente que defiende los estándares morales. Si en el proceso, tu afecto por mí no aumenta, entonces has perdido tu primer amor”.
Te animo a que examines tu corazón hoy y vuelvas a tu primer amor. Pídele a Dios la gracia y fortaleza para comenzar de nuevo a guardar tu afecto por Cristo.