¿SIGUE JESÚS HACIENDO MILAGROS?
La Palabra de Dios está llena de relatos de multitudes viniendo a Jesús para ser sanadas. “Se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó” (Mateo 4:24).
“Trajeron a él muchos… y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos” (8:16).
“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (14:14).
¿Por qué ocurrieron estos milagros? Porque Jesús vio a la gente que estaba enferma y sufriendo y él tuvo compasión de ellos. Si bien él siempre buscó a los que estaban perdidos, su corazón se quebrantaba constantemente por los afligidos. Además de su gran compasión, Jesús tuvo un llamado más elevado en su vida: la glorificación de su Padre. Él quería mostrar el esplendor y la majestad de Dios y exaltar su nombre a través de las obras que hacía.
Mientras los discípulos caminaban con Jesús y ministraban a su lado, Jesús les enfatizó que podían hacer cosas aún mayores de lo que él estaba haciendo. “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Juan 14:12).
Ahora, tú y yo creemos que Jesús sana a los enfermos y que vino a alcanzar a los perdidos. Pero, ¿lo vemos haciendo milagros a través de nosotros? Cantamos canciones de Jesús, oímos sermones de Jesús, leemos libros de Jesús y oramos unos por otros, pero ¿estamos siguiendo de cerca a Jesús? Casi toda la mentalidad americana dice que seguir a Jesús significa creer en ciertos credos, pero seguirlo diligentemente es mucho más.
Haz esta oración conmigo: “Jesús, dame el poder, la fe, la confianza, el valor para examinar mi corazón con tu Palabra. Después de ello, inspírame para permitirte obrar a través de mí y hacer así, obras aún mayores que las que tú hiciste, cuando estuviste en la tierra”.