¿SOBRE QUÉ ESTAMOS EDIFICANDO NUESTRAS VIDAS?
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado” (1 Pedro 2:1-6).
A través de la inspiración del Espíritu Santo, Pedro llama a Jesús “piedra viva”, una imagen de una palabra que puede ser una valiosa revelación en tu corazón si realmente la captas. ¡Cristo es una piedra, firme e inamovible, inmutable en todos sus caminos! Y Pedro enfatiza que él es una piedra viva, un Espíritu vivificante, que ama absoluta y apasionadamente a cada uno de nosotros.
En la cultura de hoy, la gente rechaza la piedra y ni siquiera se da cuenta. La piedra sobre la que están construyendo sus vidas consiste en sus propios deseos, sus propios sueños y aspiraciones. Ellos eligen dónde colocan la piedra, pero Jesús nos pide que le sigamos, que sometamos a él nuestros planes. Él te ha cortado, te ha sacado de su propia cantera y te ha llamado a esta casa espiritual que Dios está construyendo.
Somos llamados a ser un solo cuerpo, a amarnos unos a otros profundamente, y es por eso que Pedro comienza este capítulo diciendo: “Desecha la malicia hacia los demás; deja el engaño; abandona la hipocresía, la envidia y la calumnia. Estas cosas son madera, heno y hojarasca”.
Cuando ofreces tu vida a Jesús y edificas sobre su fundamento, te conviertes en parte de una casa espiritual, santa y pura; y en fuego por Dios.