ÉL ES DIGNO DE NUESTRA ALABANZA
Los teólogos usan una palabra extraña para describir a Jesús, al decir que Él es “impecable”. Ser “pecable” es fallar, pecar, estar en falta, luchar, la idea de que algo en ti puede ser arruinado. Pero incluso en Su naturaleza humana, la naturaleza divina de Jesús anuló todo eso. No había lujuria en Sus ojos ni orgullo en Su corazón. Eso en sí mismo es glorioso. Y aun en Su naturaleza humana, Él se mantuvo soberano, uno con Dios (Mateo 18:18, Colosenses 2:10).
Ahora considera estos preciosos atributos: Él es perfectamente justo (Juan 8:46) y lleno de justicia (8:16). Él es justo y es nuestro justificador (Romanos 3:26). En otras palabras, Él encuentra la manera de mantener Su justicia, mientras nos justifica de nuestras acciones injustas.
Él es eterno, existe por siempre (1 Timoteo 1:17). Él es digno de nuestra alabanza por la eternidad. Y Él es el amor (Juan 13:34), ¡un amor que es insondable! Él es omnipotente, todopoderoso, sin falta de poder. Sus manos no están atadas por el diablo ni por nuestro libre albedrío; Él tiene poder sobre cualquier situación en cualquier momento. Él es omnipresente, en todas partes en todo momento. Y Él es omnisciente, sabe el principio desde el final, incluso antes de que llegue el final.
Todo esto choca con la falsa enseñanza de hoy en día, llamada teología abierta. Esta enseñanza postula que Dios hace una cosa en la historia y nosotros hacemos otra; que luego Él reacciona a lo que hacemos y hace ajustes. ¡No, nunca! Cuando Jesús fue crucificado, Dios no lo miró pasivamente y dijo: “Oh, más vale que haga algo para redimir eso” Él tenía en mente un Cordero para el sacrificio mucho antes de la creación. Él tiene toda autoridad y Él gobierna con juicio perfecto. En resumen, él es hermoso, ¡el Deseado de todas las naciones!
Tú puedes pensar que entiendes ciertas cosas de Jesús, como Su Segunda Venida y la teología de los últimos tiempos. De hecho, puedes conocer estos temas por dentro y por fuera, desde el pre-milenio hasta la post-tribulación; y eso está bien. Pero nunca serás capaz de comprender plenamente la belleza de Jesús, Su justicia, Su amor, Su perfección, Su soberanía, Su naturaleza eterna.