ÉL QUIERE VER TU SONRISA
Supón que antes que Jesús ascendiera, a medida que visualiza Su iglesia y la cosecha antes de su venida, Él ve un alejamiento. Su alma se entristece, porque ve un apartamiento rampante. En vez de cosechar una cosecha blanca, Su pueblo está pasando su tiempo y energía buscando éxito mundano y cosas materiales.
Así que Jesús le dice al Padre: “Ellos no van hacer que llegue la cosecha. Todos los campos blancos están dormidos. Voy a mandar una legión de ángeles para que haga la cosecha”. El Padre está de acuerdo y de pronto millares de seres celestiales aparecen en la tierra, brillando con resplandor sobrenatural.
¡Qué escena sería esta!: Seres de otro mundo, vestidos de gloria, hablando en iglesias y en público. Los entrevistan los reporteros de los diarios, y en la radio y la televisión. Ellos hablan de la cruz, la resurrección, la ascensión, el amor de Cristo, y el juicio final venidero. Y ellos hablan con tal elocuencia y convicción que todo el mundo queda embelesado. Ellos son como muchos Jonás, enamorando y advirtiendo al mundo.
Ahora supón que después de un corto tiempo, estos mismos ángeles radiantes quedan embelesados con el mundo a su alrededor. Son atraídos por las comidas finas, bienes materiales, riquezas y seguridad. Y pronto, ellos comienzan a luchar por el éxito, la fama y la fortuna. Dentro de poco, se ponen celosos uno del otro, mostrando ira, orgullo, envidia y codicia.
En otras palabras, ¡se convierten exactamente en la iglesia de hoy! Te pregunto: ¿Cuánta influencia tendrían en el mundo? ¿Cómo podrían esperar traer la cosecha, estando tan atrapados en la mundanalidad. Su testimonio seria devaluado y perderían todo poder espiritual, yendo de un lado a otro desanimados, temerosos y dudando.
Dime, ¿por qué alguien querría mi evangelio, si me ve en este estado, estresado y sin gozo? ¿Por qué creerían en mi mensaje: “Jesús es suficiente, mi todo, mi provisión constante”, si siempre estoy temeroso y preocupado, sin paz?
Nadie escucharía una sola palabra mía. En vez de ello, ellos se peguntarían: “¿Qué diferencia hace tu Cristo? No creo que Él sea un gran médico, si siempre estás en esta condición”.
Amado, tu semblante cuenta. Escucha lo que Cristo dice de Su Novia, en Cantar de los Cantares: “Paloma mía… muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto” (Cantares 2:14). Cristo nos está diciendo, en esencia: “Quiero ver tu sonrisa” ¿Eso describe tu semblante?