CLAMA EN FE
Cuando falta la presencia de Dios en la vida de uno, las cosas están fuera de lugar porque no hay una ley, una dirección o una enseñanza correcta que sirva de guía para vivir. Cada uno se convierte en una ley para sí mismo, haciendo lo suyo propio. Lamentablemente, esta es una imagen de tantos hogares cristianos hoy en día. No hay paz ni descanso porque cada cual está haciendo lo que le place. Tal desorden aflige profundamente al Señor, pero no tiene que ser así. La presencia de Dios trae orden y sus promesas son inmutables. La Palabra de Dios promete: “Si me buscas, estaré contigo. Cuando clames, seré hallado por ti”.
Leemos sobre el rey Asa, que condujo al pueblo de Dios a una victoria milagrosa sobre el ejército de millones de hombres de Etiopía. Luego testificó que fue la presencia de Dios la que dispersó al enemigo: “¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército… Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes” (2 Crónicas 14:11-12).
Cuando Asa llevaba a su ejército triunfante de vuelta a Jerusalén, el profeta Azarías lo recibió en la puerta de la ciudad con este mensaje: “Oídme, Asa… Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará” (15:2).
Esto no es una teología complicada. De hecho, cualquier persona puede tener la presencia perdurable de Dios si él o ella simplemente clama con fe. Dios le dijo al rey Asa el secreto para obtener y mantener la presencia del Señor en su vida y él quiere hacer lo mismo por ti. El Señor es misericordioso y su amor es constante. Con él, puedes atravesar cualquier fuego, y no sólo sobrevivirás, sino que serás guardado y protegido hasta el final.