NO TEMAS CUANDO EL CIELO PAREZCA ESTAR EN SILENCIO
Jesús acababa de ser crucificado y enterrado cuando Pedro y los otros discípulos decidieron reunirse. Se reunieron detrás de una puerta cerrada con llave, temiendo por sus vidas, cuando oyeron estas emocionantes palabras: “¡Él está vivo!”
Repentinamente, Jesús atravesó la puerta cerrada con llave en su cuerpo resucitado y les dijo: “Paz a vosotros” (Juan 20:19). Él les estaba diciendo: “¡No teman! Soy yo, su Señor”. Ahora, dime, si hubieras estado en esa habitación, ¿no dirías que esta fue la visión más increíble que jamás pudiste presenciar? ¿No estarías convencido de que nunca volverías a dudar?
Sin embargo, ¿qué sucedió después de la más elevada cima espiritual? “Pedro les dijo: Voy a pescar” (Juan 21:3). Seis de los discípulos siguieron a Pedro hasta el lago, y en efecto regresaron a sus vidas como pescadores. ¿Por qué? ¿Qué le había pasado al gran ministerio al que Dios los había llamado?
Estos hombres habían caído en una profunda pena por algo de lo que Jesús les había advertido: “Todavía un poco y no me veréis... vosotros lloraréis y lamentaréis” (Juan 16:19-20). Cristo sabía que sus seguidores devotos experimentarían un período muy triste después de que él regresara al cielo; ellos iban a ser abrumados por su ausencia física en sus vidas. A pesar de que él había prometido que estaría con ellos (ver Mateo 28:20), parecía que los estaba dejando para que continuaran por sí mismos.
¿Alguna vez has experimentado un período seco cuando sentiste como si Dios te hubiera dejado solo? Es posible que hayas escuchado claramente la voz de Dios y tu comunión con él fue maravillosa. Entonces un día te despertaste y los cielos parecían duros como el bronce.
Amados, cuando esto suceda, ¡no se asusten! Pedro nos aconseja: “No os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo” (1 Pedro 4:12-13). La verdad es que, aunque no lo parezca, si estás en tierra seca, estás en camino hacia cosas más grandes en tu caminar espiritual.