“¡NADIE BRILLA AQUÍ!”
Aunque nuestra organización utiliza muchos métodos modernos y de alta tecnología, nosotros no recibimos dirección de estas “herramientas ministeriales”, sino que pasamos tiempo de rodillas, buscando el rostro del Señor para obtener dirección en cada área del ministerio.
Los “expertos” de hoy en día han tomado las riendas de la iglesia. El pecado es visto en términos psicológicos y se le llama “enfermedad”. Los profetas de la santidad han sido reemplazados por psicólogos y trabajadores sociales que dicen palabras sin sentido, y los altares han sido reemplazados por salas de consejería. Jesús está siendo destronado y Freud exaltado.
Hace muchos años, Dios me guió a comenzar un ministerio a los drogadictos y alcohólicos. No teníamos dinero, ni libros de instrucción, sólo una total dependencia en el Espíritu Santo. Pusimos un letrero en nuestras oficinas que decía: “¡NADIE BRILLA AQUÍ – SOLAMENTE EL ESPÍRITU SANTO!” Durante nuestros servicios, orábamos: “Señor; nuestra ayuda no está en la psicología, sino que en el Espíritu Santo. No podemos trabajar en las mentes a menos que tu cambies el corazón”
Nicky Cruz, uno de los primeros pandilleros que encontramos en Nueva York, era un asesino en su corazón. Un psiquiatra conocido tomó interés en su caso y después de pasar un día completo con él, llego a la conclusión de que Nicky era incorregible y no había esperanza para él. (A Nicky le divertía confundir a los psiquiatras)
¡Sin embargo, Jesús tenía otros planes para Nicky! Cristo logró en cinco minutos en un altar lo que los expertos dijeron que no se podía hacer. Dios envió una flecha directo a su corazón, una flecha de verdad que gritaba: “¡Nicky, Jesús te ama!”
En un momento, el corazón de piedra de Nicky fue reemplazado por un corazón de carne. Lloró mientras abrazaba a todos a su alrededor y fue transformado sobrenaturalmente por el poder de Dios. ¡Después de que los expertos de la sociedad habían dicho que era un caso perdido!
Durante los últimos años, he observado con asombro como la iglesia ha ido destronando a Cristo en forma lenta pero segura, y ha puesto la sabidura del mundo en su lugar. Sin embargo, una vez más, Jesús debe llegar a ser el poder que está detras del pueblo de Dios.