“AVÍVANOS, SEÑOR”
A los creyentes en Tesalónica, Pablo les escribió: “No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). Sorprendentemente, aunque el Espíritu Santo es completamente Dios, es totalmente posible para los creyentes como tú y yo, obstaculizar Su obra y apagar Su fuego sagrado.
Algunas personas creen falsamente que lo que Dios quiera hacer, Él lo hará. Considera la invitación de Jesús a Su propia iglesia en Laodicea: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”(Apocalipsis 3:20). Si Él es Cristo, y Él quiere entrar, ¿por qué simplemente no entra? ¿Por qué se molesta en llamar y preguntar? Ese es el misterio de la soberanía de Dios y nuestro libre albedrío. Debemos responderle o nos perderemos Sus planes de bendición.
En una ocasión, Pablo le dijo a Timoteo que avivara las brasas, para mantener el fuego encendido (ver 2 Timoteo 1:6). ¡Necesitamos hacer lo mismo! Para algunos de nosotros, las brasas están ligeramente resplandecientes, y tenemos que cuidarlas, avivarlas, soplarles para que se conviertan en llamas.
Necesitamos que el fuego del Espíritu Santo cambie nuestras vidas y nuestras asambleas locales. Necesitamos que se extienda por nuestros pueblos y ciudades, extendiéndose para que Cristo pueda ser glorificado. Que esta sea nuestra oración hoy: “Envía el fuego, Dios. Quema, penetra, cambia, renueva, ilumina. Haz lo que prometiste, mientras esperamos en el nombre de Cristo”.
Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.