“LO HAREMOS POR NUESTRA CUENTA”

David Wilkerson (1931-2011)

El profeta Isaías dijo de Israel: “¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!” (Isaías 30:1). La palabra hebrea “Ay” aquí, significa un profundo pesar y aflicción por lo que Dios describe como una rebelión, es decir, un retroceso, una testarudez, un alejamiento.

En pocas palabras, Dios dijo: “Mi pueblo ya no me consulta. No me busca para pedir dirección ni consejo. En lugar de ello, se apoya en brazo de carne y cada vez que actúa sin buscarme, recurre al mundo en busca de ayuda. Ellos acumulan pecado sobre el pecado. Han abandonado su confianza en el fuerte brazo del Señor”.

Hoy, pensamos que la rebelión es rehusarse a obedecer la Palabra de Dios y recurrir a las drogas, el alcohol, la inmoralidad sexual y otros pecados graves. Pero la rebelión a la que Dios se refiere aquí es mucho más dolorosa que estas cosas. El propio pueblo del Señor estaba diciendo: “No molestemos a Dios con esto; tenemos la sabiduría y lo haremos por nuestra cuenta”.

El pueblo de Dios sabía muy bien que debía confiar en el Señor en toda situación, sin importar cuán insignificante fuera. Los Salmos constantemente les recordaban esto: “En ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé” (Salmos 57:1). “Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré” (Salmos 63:7).

El Señor se entristece cuando das pasos para hacer que tus planes funcionen sin esperar a que él actúe. Realmente deseas orar acerca de todo y dejar que Dios tenga el control, pero con demasiada frecuencia, cuando surge una crisis y las cosas parecieran progresar lentamente, acabas por tomar el asunto en tus propias manos. Quizás te impacientes con el horario del Señor, pero es vital recordar que tu propio razonamiento no hará que el mejor plan de Dios se lleve a cabo. Y la Palabra te promete un lugar de refugio y de regocijo cuando confías en él.