Acciones Correctas con Motivaciones Incorrectas
“Los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe” (Romanos 9:30).
El corazón de cada seguidor de Jesús tiene hambre de ser santo delante de Dios; libre de pecado, victorioso sobre la carne, puro y sin mancha ante el Señor. Este deseo está plantado en los corazones del hombre, un anhelo innato de vivir correctamente. Las personas de todas las religiones; e incluso los que no profesan ninguna religión, se sienten motivados a vivir bien, amar a los demás, ser la mejor persona posible. Algunos obviamente hacen lo contrario, pero aún así, son conscientes de un profundo deseo de hacer lo correcto.
Todos nos quedamos cortos de este deseo debido a nuestra naturaleza pecaminosa. Para los creyentes, el hecho de no vivir de una manera que honre a Dios puede aplastar el espíritu. Para los no creyentes, el espíritu de este mundo puede oscurecer la mente respecto a cualquier sentido de justicia.
El deseo de vivir con rectitud está detrás del significado de la palabra justicia: estar en buenos términos con Dios. Esto significa que vives con las motivaciones, las emociones y el comportamiento correctos. Se lleva lo que está mal en nosotros, lo que no está sincronizado con Dios; y establece una alineación correcta con sus propósitos.
¿Es la justicia un comportamiento correcto? No necesariamente. Puedes hacer lo correcto y tener las motivaciones incorrectas; de hecho, algunos cristianos hacen lo correcto pero están motivados por un espíritu farisaico. Su comportamiento externo es correcto, pero internamente son “huesos de cadáver”. Muchos buscan la justicia con gran pasión pero no logran alcanzarla.
La clave es la justificación. Sabemos que Jesús pagó el precio por nuestros pecados a través de su sacrificio en la cruz para ponernos a derecho de una vez por todas. Si no somos justificados, nunca podremos ser justos sin importar cuántas buenas obras hagamos o cuántas horas pasemos en oración.
Y luego está la santificación. Tanto la justificación como la santificación son esenciales para nuestra justicia. La justificación nos posiciona como justos y la santificación es el proceso de experimentar la justicia de Dios funcionando en nuestra vida diaria. Esto significa que comenzamos el proceso continuo de caminar en buenos términos delante de Dios.
Jesús es tu fuente, tanto de justificación, como de santificación a través de su dádiva de gracia. Él es tu poder, tu novedad de vida, así que deja que él te alivie de cualquier presión por intentar ser justo, que puedas haber sentido. ¡Confía solo en él para tu victoria!