AMANDO A TUS ENEMIGOS
Una de las marcas supremas de un creyente maduro es el amor por toda la humanidad perdida. Tales cristianos muestran amor, tanto por los judíos como por los palestinos, por los bosnios y los serbios, por todos.
Solamente un creyente maduro, que ha crecido, puede aceptar estas palabras de Jesús: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44). Te pregunto: ¿Puedes imaginarte pasando un mes en un hospital de campo palestino, cuidando y alimentando soldados que quieren destruir Israel? ¿Puedes mantener tus prejuicios en control cuando leas los hirientes reportes en los días siguientes? ¿Tendrás el mismo espíritu que estaba en Cristo, que dijo mientras era crucificado: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"?
Si quieres andar como Jesús anduvo, no puedes permitir que tus pasiones humanas se inflamen por los titulares. Cristo murió por cada alma en esta tierra, incluyendo los doctores de abortos, asesinos, violadores, acosadores de niños. Ahora mismo, nuestras cárceles están llenas de convictos que han llegado a ser poderosos testigos del amor salvador de Jesús porque alguien les amó a pesar de sus pecados.
Puedes saber que estás creciendo en gracia si puedes orar por aquellos que el mundo odia. Mientras oímos de las cosas terribles que están ocurriendo, debemos enfrentar todos los prejuicios que se levanten en nosotros y declarar: "Tomo la autoridad de Cristo sobre esto. Voy a amar a la humanidad como mi Señor lo hizo".
Esta es la gran promesa que pone a descansar todos nuestros sentimientos de duda e incertidumbre: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra?… Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas… los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansaran; caminarán y no se fatigaran" (Isaías 40:28-31).