Amargura a Fuego Lento
Los estadounidenses parecen tener la costumbre de usar términos de cocina para describir emociones. Por ejemplo, una persona molesta se describe como “al vapor” y una persona enojada como “en ebullición”.
Piensa en las palabras enojadas y acusadoras que los hermanos de José le lanzaron. Satanás provocó esas palabras porque quería que José se aferrara a la amargura y pasaran años cocinándose en el guiso de la ira, la venganza y el odio. Gracias a Dios, José lo rindió todo, ¡no dejó que hirviera!
¿Tu vida está guisando o cociendo a fuego lento por heridas que te dijeron o hicieron? ¿Sigue ardiendo la llama de la ira, llevándote a un hervor lento y, sin embargo, te niegas a apagarla? Si es así, tú corres el riesgo de hervir. Demasiados cristianos no tienen vida porque se aferran a una amargura a fuego lento, dejando que la emoción se guise.
La palabra de Dios advierte en contra de guardar amargura: “Seguid la paz… no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:14-15). Una persona amargada no escuchará el consejo; un cristiano amargado ni siquiera escuchará la Palabra de Dios. ¿Por qué? Porque la ira ciega el corazón a la verdad.
Amado, la levadura en tu corazón está trabajando duro en este momento. Es posible que no estés avivando los fuegos en el horno. Pero, eventualmente, la levadura provocará un incremento. Y, en un solo momento de ira, ¡producirá el pan de iniquidad!
Esto describe la vida de muchos cristianos hoy. Tienen un poco de levadura en su corazón, un poco de ira o dolor con el que nunca han lidiado; y no lo enfrentarán ni se arrepentirán. En cambio, simplemente hacen los de la vista gorda. Pueden creer que su corazón es limpio, inocente. Incluso pueden testificar: “No tengo nada en contra de esa persona. No me estoy calentando por nada”.
Pero la levadura de la amargura todavía sigue operando en ellos, llegando a cada área de sus vidas. Y llegará el momento en que ésta saldrá a la superficie nuevamente, levantándose como el pan con levadura, ¡porque no ha sido tratada!
El Espíritu Santo te capacitará para apagar los fuegos de agitación que te preocupan. Confía en el perdón de Cristo y deja que él te permita superar todos los obstáculos para el cumplmiento y la madurez en él.