AMOR INCREÍBLE
Una vez, Jesús se volvió hacia algunos de Sus familiares terrenales y les dijo: “No puede el mundo aborreceros a vosotros” (Juan 7:7).
Con estas palabras, Jesús nos ofrece la prueba de tornasol de una iglesia y un discípulo verdaderos. Me pregunto de cuántas iglesias y cristianos se podrían decir estas palabras hoy: “El mundo no puede odiarte”.
Cristo está diciendo, en esencia: “Ustedes han traído tanto del mundo a la iglesia, han diluido tanto Mi evangelio, que el mundo los abraza. Se han vuelto amigos del mundo”. Santiago nos da esta advertencia en su epístola: “La amistad del mundo es enemistad contra Dios…Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Por supuesto, Jesús era amigo de políticos y pecadores. Pero también está escrito que Él estaba “apartado de los pecadores” (Hebreos 7:26). Él ministraba a los pecadores, pero como uno bajo sumisión a Su Padre. Como Él, nosotros somos llamados a estar en el mundo, pero no a ser parte de éste.
“Acordaos de la palabra que yo os he dicho…Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20). Tú no tienes que buscar la persecución. No vendrá a causa de tu rendimiento en el trabajo, tu raza o tu aspecto. No, vendrá simplemente porque haces de Cristo tu Señor.
Ahora déjame darte una palabra de ánimo. Aunque el mundo aborrezca y persiga a los verdaderos discípulos de Cristo, hallamos un creciente amor y piadoso afecto entre los miembros de Su iglesia. Ciertamente, lo que hace que el mundo nos aborrezca, hace que nuestros hermanos y hermanas justos se unan aun más a nosotros.
En los días venideros, el amor en la casa de Dios será más precioso. Seremos odiados por todo el mundo, mofados por los medios, ridiculizados por Hollywood, seremos el hazmerreír de la sociedad. Pero cuando lleguemos a la casa de Dios, estaremos entrando a un lugar de amor increíble, a medida que nos amemos unos a otros como Cristo nos ama.
No importará la persecución que hayamos enfrentado. Seremos recibidos con estas palabras: “Bienvenido a casa, hermano; bienvenida a casa, hermana. Este es el lugar donde eres amado, eres amada”. Seremos edificados nuevamente, para seguir saliendo como el Señor nos manda, con Su verdadero evangelio.