Asidos de Dios
Los seguidores de Jesús estaban reunidos en el Aposento Alto cuando el Espíritu Santo vino y llenó a todos en el lugar (ver Hechos 2:1-4). Cuando la multitud estaba reunida afuera, Pedro recibió el denuedo del Espíritu para predicar y tres mil personas vinieron a Cristo (ver Hechos 2:41).
Después de este despertar espiritual histórico, Pedro y Juan estaban caminando hacia el Templo cuando se encontraron con un mendigo lisiado. Mientras el hombre pedía limosna, Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:6). Al instante el mendigo fue sanado.
Este milagro tuvo un efecto fascinante: “Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico” (3:11). El hombre sanado “se asió” de Pedro y Juan; era como si estuviera diciendo: “La presencia de Dios es real. He estado aquí durante años, pidiendo ayuda, pero nunca experimenté algo como esto. Dios ha conmovido mi alma más allá de todo lo que he conocido”.
A Dios le encanta ser asido. Él ama un corazón que lo busque y clame: “Señor, tu gloria es demasiado grande para dejarla pasar. Me aferro a la esperanza que me das: esperanza de sanidad, de transformación, de tu presencia en mi vida y en mi mundo”.
En el versículo 11, todas las personas se asombraron y vinieron a ver lo que había sucedido. Cuando Dios manifiesta su gloria, la grandeza de su poder exige la atención de todos alrededor. Si tal milagro ocurriera en tu iglesia local, no habría suficiente espacio para acomodar a la multitud que vendría a observar y ser parte de ello. Como puedes ver, la gente tiene hambre del toque de Dios en sus vidas, tanto creyentes como no creyentes. Todos quieren experimentar la novedad de vida, algo que sea real.
Dios ha puesto toda su majestad, gloria y poder en una sola fuente: Cristo. Debido a su poder transformador, tú puedes experimentar su presencia y vivir una vida victoriosa que da testimonio a todos los que te rodean.