Atentos a Su Presencia
“Con todo mi corazón te he buscado… En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti… En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos” (Salmos 119:10-11, 15).
Como líder ministerial, ocasionalmente me pregunto a mí mismo y a mis compañeros de trabajo: “¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Cuál es nuestro propósito?” La respuesta superficial corta es que llevamos a cabo un ministerio mundial para edificar el cuerpo de Cristo, alcanzar a los perdidos y ministrar cuidado amoroso a los necesitados. La respuesta real a la pregunta central de por qué estamos aquí es la misma tanto para los discípulos más jóvenes de Cristo como para el líder ministerial más experimentado y sabio. La respuesta es que estamos aquí para ministrar a Jesús.
Es imposible ministrar a nuestro Salvador y Señor a menos que comencemos en su presencia. Ningún cristiano se desviará, se equivocará ni se extraviará jamás si comienza en la presencia de Cristo y nunca la abandona.
El rey David es un ejemplo de la importancia de esta práctica. Él se enfrentó a ejércitos enemigos que requerían un pensamiento rápido y decidido en medio de situaciones de vida o muerte. Y tenía que gobernar un reino dividido entre Israel y Judá. Entonces, ¿cómo logró David sus propósitos de traer gloria a Dios y terminar como el rey más renombrado de Israel?
David se movió en victoria porque su corazón era ministrar al Señor en cada situación. La Biblia aclara esto en sus acciones y en todos los salmos de adoración y anhelo que escribió. Ministrar al Señor siempre estuvo al frente mientras David seguía las palabras que Dios puso delante de él.
Otro ejemplo es Samuel. Fue conocido como un gran profeta en Israel, pero no por sus relaciones estratégicas con reyes y líderes. Las Escrituras dejan en claro que Samuel tenía un corazón para ministrar al Señor desde muy joven. Incluso cuando era niño, Samuel estaba continuamente en el templo buscando la presencia de Dios, y esa relación, sobre todas las cosas, le dio a Samuel influencia en personas desde el peldaño más bajo de la vida hasta los cargos más altos del país.
David y Samuel nos muestran que para lograr las obras de Dios, debemos conocer su presencia. Lo mismo es válido para todos los creyentes de hoy. Seguir al Señor significa enfocarse en Jesús, centrarse en Jesús y tener poder en Jesús. La Biblia llama a Cristo el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todas las cosas; y eso se aplica a nuestras vidas. ¡Él debe ser todo para nosotros!