Busca Pacientemente la Presencia de Dios
Marcos 4:35-41 relata la historia de Jesús y sus discípulos en una barca, siendo agitados en una tempestad. Al retomar la escena, Cristo acababa de calmar las olas con una sola orden. Ahora se vuelve hacia sus discípulos y les pregunta: “¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).
Puedes pensar que esto suena duro. Tener miedo en una tormenta tan terrible, es humano, pero Jesús no los estaba reprendiendo por esa razón. Mira lo que le dijeron los discípulos al despertarlo. “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” (Marcos 4:38). Cuestionaron su bondad y atención a su situación.
¿Te lo imaginas? Los propios discípulos de Jesús no lo conocían. Él personalmente había llamado a cada uno de estos hombres para que lo siguieran; y ellos habían ministrado junto a él a multitudes de personas. Habían sido testigos de su misericordia para con los leprosos y los marginados; lo habían visto reunir a niños pequeños y bendecirlos. Habían visto todo esto y más, pero aún eran extraños a quién era realmente su maestro.
Les estaba diciendo: “Después de todo este tiempo, aún no entienden mi naturaleza. ¿Cómo es posible que caminen conmigo durante tanto tiempo y no me conozcan íntimamente?”.
Trágicamente, lo mismo ocurre hoy. Muchos cristianos han viajado en la barca con Jesús, han ministrado junto a él y han alcanzado multitudes en su nombre. A pesar de todo esto, ellos realmente no conocen a su maestro. No han pasado tiempo íntimo encerrados con él. Nunca se han sentado en silencio en su presencia, abriéndole el corazón, esperando y escuchando para comprender lo que él quiere decirles.
Vemos otra escena sobre la fe de los discípulos en el Evangelio de Lucas. Los discípulos se acercaron a Jesús y le pidieron: “Auméntanos la fe” (Lucas 17:5). Muchos cristianos de hoy hacen la misma pregunta: “¿Cómo puedo obtener una mayor fe?” Sin embargo, a diferencia de los discípulos, ellos no buscan al Señor mismo para obtener su respuesta.
Entonces, ¿cómo respondió Jesús a su petición de fe? “Cíñete y sírveme hasta que haya comido y bebido” (ver Lucas 17:6-8). Jesús estaba diciendo, en esencia: “Ponte tu manto de paciencia. Entonces ven a mi mesa. Quiero que me alimentes allí. Trabajas para mí todo el día con alegría. Ahora quiero que tengas comunión conmigo. Siéntate conmigo, abre tu corazón y aprende de mí”.
Si deseas que tu fe aumente, debes observar la naturaleza del Señor y buscar pacientemente su presencia.