Buscando Compañerismo
“Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo, y los ha congregado de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur. Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos” (Salmos 107:1-5).
Aquí hay una clasificación de personas que una vez conocieron la plenitud del Señor y que en algún momento de su vida descubrieron la liberación gloriosa. Sin embargo, ahora están en un desierto solitario, vagando solos, y no pueden encontrar la ciudad. “La ciudad” en el Antiguo Testamento se refiere a Sión, que representa la verdadera iglesia de Dios. Hoy, por supuesto, esa ciudad es el verdadero cuerpo de Cristo; aquellos que adoran en espíritu y en verdad. Y esta clase de creyentes descritos anteriormente está compuesta por aquellos que parecen no poder encontrar “la ciudad”. Ya no asisten a la iglesia porque parece que no pueden encontrar un lugar de adoración que satisfaga sus necesidades.
El Señor ha ordenado: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25). Multitudes de cristianos hambrientos van de iglesia en iglesia tratando de encontrar su lugar. Al final, muchos se dan por vencidos incluso buscando una buena iglesia porque están decididos a que no hay ninguna.
Es cierto que es difícil encontrar iglesias a las que valga la pena asistir hoy. De hecho, esa es un reclamo común entre los creyentes. Pero ten la seguridad de que Dios tiene su cuerpo de creyentes por todo el mundo; aquellos que comparten un vínculo en el Espíritu. Si le clamas, él milagrosamente hará que lleguen a ti cristianos con ideas afines donde puedas disfrutar de la comunión, incluso si se trata de un grupo pequeño. Esto es importante, porque sin la comunión con un verdadero cuerpo de cristianos, tú puedes terminar frío y solo; y en peligro de dejar tu primer amor por el Salvador.
Amado, sé valiente al pedirle al Señor que te guíe a tu “ciudad” de adoración y él será fiel para guiarte. Él disfruta mucho al ver a sus hijos adorar juntos.