BUSCANDO PACIENTEMENTE LA VERDAD
El apóstol Pedro nos dice: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo” (1 Pedro 1:10-12).
Debemos tener en cuenta que estos profetas sabían lo que fueron llamados a hacer: profetizar y hablar la Palabra de Dios. Ellos daban una palabra poderosa porque estaban seguros de lo que había en sus corazones y querían estar seguros de haber entendido su impacto antes de expresárselo al pueblo. Ellos “inquirieron e indagaron diligentemente”, buscando pacientemente la verdad. Si no tenemos cuidado, podemos acercarnos a la Palabra de Dios de manera casual y leer sólo las partes que nos agradan. Pero si hacemos esto, nos perderemos de las verdades que él desea que comprendamos. Por lo tanto, es vital que busquemos la Palabra diligentemente.
¿Hay un área en tu vida que está fuera de control? Puede ser un problema con el pecado o las relaciones. O puede ser porque no estás dispuesto a abrir tu corazón a la plenitud de la Palabra de Dios y pedirle al Espíritu Santo que aplique la Palabra a tu corazón.
Realmente creo que Dios nos dio todas las cosas en las Escrituras para nuestro provecho, nuestro beneficio, nuestra enseñanza, nuestra reprensión y nuestra corrección. Él quiere que maduremos completamente en él. Pero si no aprovechamos toda la verdad, no nos beneficiaremos de ella. Y si no oímos al Espíritu Santo cuando estudiamos la Palabra, podremos creer cosas que realmente no están allí.
Es importante que tú no sólo conozcas la Palabra de Dios, sino que conozcas al Dios de la Palabra.