CEÑIDOS CON ALEGRÍA
Sólo hay una manera de animar tu corazón y permanecer en alegría.
“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo…fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche…derramo mi alma dentro de mí… ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Salmos 42:2-5). Este es el mensaje de Dios a todos los que están “abatidos”, todos los que se sienten tristes, derrotados, desanimados, decaídos, y deprimidos.
¿Por qué estoy deprimido? ¿Por qué estoy melancólico y triste? ¿Por qué estoy agobiado? ¿Por qué lloro? David ni siquiera trata de responder estas preguntas en este salmo. Todo lo que puede decir es: “¡Espera en Dios! ¡Él es la salvación mía!”.
Para aquellos que esperan en Dios paciente y expectantemente, “de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará [contigo] (42:8)
Dios ha dado una advertencia clara que es un asunto serio para Él cuando no le servimos con alegría. En Deuteronomio 28, encontramos todas las maldiciones y enfermedades que se apoderan de los incrédulos: “Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones…por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas” (28:45-47).
Dios dice: “Te has enfocado en alguna pequeña herida, algo injusto, y al hacerlo, ¡te has olvidado de todas las bendiciones y las cosas maravillosas que he hecho por ti!”
Cristo convertirá tu desesperanza en regocijo y te vestirá con alegría, si pones tu fe en Él. “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría” (Salmos 30:11). ¡Santos, regocíjense en el Dios de la esperanza y vivan!