CINCO IMPEDIMENTOS COMUNES DE LA ORACIÓN QUE PREVALECE

David Wilkerson (1931-2011)

A lo largo de la Biblia, al pueblo de Dios se le ordena orar en todo tiempo, en los buenos tiempos y en los malos. No importa cuál sea nuestra situación o condición, debemos orar sin cesar. “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18).

Creo que cada cristiano sincero quiere orar, pero incluso los creyentes maduros se relajan o les resulta difícil a veces. Después de mucha oración y estudio de la Palabra de Dios, creo que el Señor me dio algo de luz sobre este tema. Aquí hay cinco obstáculos comunes a la oración que prevalece:

  1. Dificultad para creer que tus oraciones son aceptadas. Incluso después de oír el evangelio de la gracia predicado durante años, algunos cristianos aún carecen de la confianza de que son aceptados delante del Señor.
  2. Sentirse culpable por orar sólo cuando estás en problemas. La Biblia nos dice: “Habrá considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de ellos” (Salmos 102:17). Dios nunca rechazará nuestras oraciones por el simple hecho de que las ofrezcamos en medio de una crisis.
  3. La errónea creencia de que la oración tiene que ser agotadora o ruidosa. A veces, la oración ferviente es apropiada, pero Dios nos escuchará si no elevamos nuestras voces.
  4. Enfatizar la oración mental, excluyendo el orar en voz alta. Yo creo que las oraciones silenciosas y sin palabras son efectivas; de hecho, cuando Pablo habla de “orar sin cesar”, creo que se está refiriendo a las oraciones mentales. Pero orar en voz alta puede ser un bendecido alivio a veces.
  5. La oración que prevalece es imposible sin la ayuda del Espíritu Santo. Pablo escribe: “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros” (Romanos 8:26).

Pídele al Espíritu Santo que te enseñe a orar. Él pondrá un espíritu de gratitud en tu corazón y cuando respondas a su voz, hallarás un río de oración piadosa que fluye de tu alma.