Como Conseguir lo que Tu Deseas
Un mensaje a tiempo sobre una verdad Bíblica eterna
No hace mucho tiempo atrás, fui invitado a una comida muy lujosa en un departamento en la ciudad de Nueva York. Era una hermosa casa, en un edificio en el piso 20 con un balcón y una gran vista a la ciudad. La mujer que estaba atendiendo el evento hizo una gran fiesta, con vegetales lujosos, ensaladas y un lomo de puerco.
Cualquier invitado ese día pudo haber pensado; esta mujer es de alto nivel, una rica de Nueva York con una posición ejecutiva en una de las comopañias de Fortune 500 – o al menos una gran herencia. Pero la verdad era todo lo contrario. Ella era una mamá soltera con problemas quien casi pierde su departamento anterior- y que de pronto encontró este.
Mientras estábamos parados en el balcón disfrutando la hermosa vista, ella nos relató cómo su deseo se convirtió en realidad.
“Yo vivía en un departamento mas pequeño en este mismo edificio, pero la renta se estaba incrementando” ella nos comentaba. “Yo ya no podía mas con esos pagos. Ya estaba estresada. Todo lugar en Nueva York se está poniendo cada ves mas caro, y enfrenté algo horrible: Tendré que moverme con mi hija afuera de la ciudad. Necesitaba buscar otra parte del estado para poder vivir y enfrentar un largo trayecto al trabajo en la ciudad.
“Mi hija iba a perder todas sus amistades,” ella continuaba diciendo. “Y no íbamos a poder venir a la iglesia sin tener que sufrir en el trayecto.” Después su situación se puso peor: Todas las ciudades circunvecinas a distancia tenían exorbitantes costos también en las rentas. Ella se empezó a desesperar.
“Todo lo puse en manos de Dios,” ella continuó. “Yo dije, ‘Señor, tú sí sabes lo que necesito: un lugar para vivir con mi hija. Pero tú también sabes lo que yo quiero. Quiero que mi preciosa hija mantenga sus amistades. Y de igual manera quiero quedarme en esta iglesia—para compartir mi vida con la gente que nos ama y nos apoya. No quiero perder este perfecto y buen regalo con lo que tú nos has bendecido.’”
Ella oró esto mientras viajaba en el elevador del edificio. Al llegar al Lobby, el intendente del edificio la saludó. “¿Usted está buscando un nuevo lugar para vivir, cierto?” él le preguntó. “Bien pues, algo se acaba de abrir.” El la dirigió al departamento al que ella vivía actualmente, con el hermoso balcón con una bella vista a la ciudad. “No sé por qué sucede esto,” él le dijo a ella, “pero la renta de este lugar es menor que su actual departamento. ¿Si lo quiere?”
¿Qué si ella lo quería? ¡Ella fue llevada por la gran misericordia de Dios! Ella necesitaba refugio—pero ella quería más para su hija, ella misma y sus amistades. Dios cumplió sus necesidades, así como Él lo hace para todos nosotros, de acuerdo a sus riquezas en gloria. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4.19).
Sin embargo, Dios también cumplió sus deseos. Ella hizo saber al Señor sus buenos deseos- y la respuesta del Señor no solo bendijo a la mujer sino a la hija y a su comunidad.
Hablar acerca de los deseos de las cosas es un Tabú para muchos cristianos.
Obtener lo que uno quiere no es un tema común entre muchos seguidores de Cristo. Pero en realidad, tiene todo que ver con el carácter de Dios y como lo percibe el. Muchos nos acercamos al Padre como si él solo escuchara oraciones para efectos “espirituales.” Pero Pablo nos dice que el cuidado de Dios cubre todos los aspectos de nuestra vida. “Mi Dios pues suplicará cada una de mis necesidades."
Pablo también nos dice: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3.20). Nunca he sido muy bueno en matemáticas, pero se que “mucho más abundantemente” significa “demasiado.” La nueva versión Nueva Traducción Viviente toma aun mayor esta expresión, diciendo que Dios va “Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su poder,…” Yo se que “infinitamente” es mucho más que “mucho”; es mas, puedo decir que está por arriba de nosotros mismos.
En pocas palabras, Dios está interesado mucho, pero mucho más que solo cumplir nuestras necesidades. Cuando Pablo usa las palabras “pedir” o “pensar”, él se refiere a nuestros deseos o anhelos. Más aún, Pablo dice que Dios desea más que garantizar nuestros deseos — el quiere excederlos. Así que, si nosotros oramos que nuestra taza esté llena, Dios quiere sobrellenarla — tal como el lo hizo con la mujer del departamento. Puedes ver que orar por nuestros deseos no es acerca de nosotros y nuestras necesidades. Es acerca de conocer a un buen y amado Padre quien se goza en darnos generosamente.
Deberíamos de imaginar a Dios de esta manera. En sí, él nos bendijo con una imaginación para que pudiéramos soñar con nuestros buenos deseos, obteniéndolos de él. Cuando yo estaba creciendo, mi héroe era un jugador de básquetbol, Willis Reed, de los Knicks de Nueva York. Mientras yo desarrollaba mis capacidades de enceste, me imaginaba jugando con él. Después, ya que crecí y ponía en orden mis sueños de joven, usé mi imaginación para desear otras cosas: llevar la palabra de Dios a otras personas, conocer a una buena mujer con la que pudiera casarme, criar a mis hijos con corazones generosos. Ninguna de estas cosas era “necesidades”; eran anhelos, deseos, profundas pasiones de mi corazón. Y le agradezco a Dios que todas fueron realizadas por su mano amorosa llena de gracia.
Hay una gran realidad detrás de este testimonio aquí. Y es que muchos de nuestros deseos se originan con Dios. Es parte de su continuo trabajo por sacrificarse por nosotros: Mientras caminamos con él, su Espíritu pone en nuestros corazones deseos para querer cosas buenas. Y de acuerdo a Pablo, él lleva acabo esto “no empujándonos, sino por el trabajo dentro de nosotros, su Espíritu actúa profunda y generosamente en nosotros” (Efesios 3.20).
He aprendido a través de los años que Satanás coloca ciertas trampas a cristianos leales.
Estoy hablando de seguidores de Cristo que el diablo sabe que no puede tentar con pecados obvios. Si no puede hacerlos seguir un deseo malo, el los atrapará con la idea de creer que todos los deseos son malos. Y si el no puede alcanzar eso, ellos abandonarán cada deseo—y cortarán las grandes y extravagantes bendiciones de Dios para sus vidas.
Santiago evidenció los deseos del diablo en los Cristianos: “¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior?” (Santiago 4:1). Pero Satanás cambió este verso en las mentes de muchos Cristianos. El simplemente quita la palabra “malos” para que el versículo se lea, “¿Acaso no surgen de los deseos que combaten en su interior?” En otras palabras, todos los deseos son malos. Así que, si no queremos nada, no tendremos conflictos.
Que mentira demoníaca. Nosotros fuimos creados para ser gente apasionada, deseando ver el reino de Dios en la tierra así como en el cielo. En sí, ese era mi deseo mas grande cuando era más joven: para poder predicar la palabra de Dios para llevar a la gente a una vida abundante. Ninguno de mis deseos como joven—una esposa espiritual, hijos buenos, un deseo por predicar la palabra—nada de esto era malo. Todo eso era bueno. Y él bendijo mi vida con todo eso porque él se satisface en hacerlo.
Jesús lo dice plenamente y simple en su sermón del Monte: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!” (Mateo 7.11). Piensa en esto: En uno de sus primeros sermones en público, Jesús nos invita apresuradamente a buscar las cosas buenas—y traer nuestros deseos delante del Padre, a quien le deleita en respondernos.
¿Usted cree que esperar algo comprueba que es egoísta y materialista? Santiago señala la tragedia de esto: “pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Santiago 4.2). Quizás usted está temeroso de acercarse a Dios, pensando que él diga, “Oh eso es egoísta! Estas pidiendo demasiado. Solo satisfaré lo que necesitas, pero no más.” No, esa no es la manera de Dios. Pablo dice lo opuesto, “Dios puede hacer cualquier cosa, tu sabes—mucho más de lo que puedes imaginar o imaginar o pedir en tus mas locos sueños!” (El mensaje de Efesios 3.20).
Nuestro padre no es un miserable tacaño que atesora bendiciones y las acumula porque nosotros no las merecemos. ¡Es tiempo para su pueblo de que lo vean a Él como es verdaderamente—el generoso, amoroso Dios de sus locos sueños!
Escribo esto a cada uno de los Cristianos quienes sienten que están llevando una vida infructuosa y que quieren cambiar.
Mi pasión es ver a la gente viviendo sus vidas en la absoluta abundancia de las bendiciones y gracia de Dios. Mientras el mundo está suspirando: “Gracias a Dios es viernes,” yo imagino a cada Cristiano despertando diciendo, “¡Gracias a Dios es Lunes! Ahora vuelvo a la canasta del gozo de Dios que me ha dado. Vuelvo a amar a la gente durante la semana. Vuelvo a compartir las buenas nuevas de Jesús a todos.”
Todos sabemos que no todas las semanas es así. Hay ciertas temporadas en la vida que estamos en dificultad. Aun así, Dios usa esas temporadas para poner un descontento en nuestros corazones, un hambre para ver la abundancia de Dios- así tal cual la mujer del departamento lo vivió. Hay algunas veces que estas temporadas son más largas de lo que queremos, pero aprendemos a confiar en Jesús a través de ellas. Sí, aun esas temporadas han sido hechas para nuestro bien. Si tú estas en esa clase de temporada, te animo a hacer 3 cosas:
- Elimina cualquier deseo egoísta. Resiste a cualquier amargura sobre todo lo que no tienes. Busca a Dios para usar esta temporada de dificultad para purificar tus deseos y tu percepción de Él como un buen padre. El reemplazará tu amargura por un deseo esperanzado.
- Ilumínate de todo lo bueno, deseos puros. Haz como Santiago nos invita, y pide al Señor que llene todos tus deseos. Identifica claramente lo que deseas—y dícelo a Dios. Cada padre quiere que su hijo busque cosas buenas, y Dios se complace en darte los anhelos de tu corazón.
- Activa tus deseos. No solo te sientes en tus deseos, toma acción hacia ellos. Quizás esto signifique que estudies para tenerlos, disciplinarte a ti mismo, mostrándote a ti mismo aprobado: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2.15).
No puedo decirlo más confiadamente: Dios quiere más para nosotros que lo que nosotros podríamos anhelar para nosotros. Es tiempo para poner a un lado todo miedo y vergüenza, y de traer todos tus deseos ante tu Padre que te ama. Pídele a él por esas cosas—y obsérvalo a Él demostrarte su amor extravagante hacia ti llenando tu mundo de una manera inimaginable. Él te bendecirá de una manera que exceda cualquier cosa que tu pudieras imaginar!