COMO SI JESÚS MISMO ESTUVIERA ORANDO
Adquirir poder en el nombre de Cristo no es una verdad teológica complicada ni escondida. Las bibliotecas están llenas de libros escritos únicamente sobre el tema del nombre de Jesús, que los autores escribieron para ayudar a los creyentes a comprender las profundas implicaciones escondidas en el nombre de Cristo. Sin embargo, la mayoría de estos libros son tan "profundos", que pasan directamente por encima de las cabezas de los lectores.
Creo que la verdad que debemos comprender sobre el nombre de Jesús es tan simple que un niño podría entenderla. Es simplemente esto: cuando hacemos nuestras peticiones en nombre de Jesús, debemos convencernos por completo de que es como si Jesús mismo estuviera pidiendo al Padre. ¿Cómo podría esto ser verdad?
Sabemos que Dios amó a su Hijo. Él habló con Jesús y le enseñó durante su tiempo en la tierra; y Dios no sólo oyó cada petición que hizo su Hijo, sino que también las respondió. En resumen, el Padre nunca le negó a su Hijo ninguna petición.
Hoy, todos los que creen en Jesús están vestidos en su naturaleza de hijo. Y el Padre celestial nos recibe tan íntimamente como recibe a su propio Hijo. ¿Por qué? Es debido a nuestra unión espiritual con Cristo. A través de su crucifixión y resurrección, Jesús nos ha hecho uno con el Padre. “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros ... Yo en ellos, y tú en mí” (Juan 17:21 y 23).
En pocas palabras, ahora somos una familia: uno con el Padre y uno con el Hijo. Hemos sido adoptados, con todos los derechos de herencia que posee cualquier hijo. Esto significa que todo el poder y los recursos del cielo están disponibles para nosotros, a través de Cristo. Y porque estamos vestidos en su naturaleza de hijo, sabemos que nuestras peticiones también son oídas por el Padre. Él responde a nuestras peticiones, tal como respondió a las del Hijo.
¡Qué increíble autoridad se nos ha dado cuando oramos en el nombre de Jesús!