COMPARTIENDO EL AMOR DE JESÚS
Jesús les dijo a sus discípulos: “Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto” (Juan 15:16). Luego, rápidamente agregó estas solemnes palabras: “y vuestro fruto permanezca”. Estas palabras de Cristo se aplican a sus discípulos hasta el día de hoy. Él está diciendo, en esencia: “Asegúrense de que su fruto perdure”.
La palabra “fruto” se refiere a la obra y el ministerio de Cristo que hacen sus seguidores aquí en la tierra. Como creyente, eres elegido y ordenado para “ir a todo el mundo y predicar el evangelio de Cristo” (ver Marcos 16:15). Esto significa llegar a quienes te rodean, donde sea que Dios te haya llamado a vivir tu vida. Jesús también dice: “Id, y haced discípulos” (Mateo 28:19). Puedes hacer esto, estando junto a un creyente nuevo, alentando y compartiendo tu conocimiento de la Palabra.
Millones de personas están llenando las bancas de la iglesia todos los domingos, creyendo que están en buenos términos con Dios, simplemente porque se aparecen en la iglesia. Sin embargo, ellos han creado su propio concepto de quién es Cristo: alguien como ellos, formado por su propia ceguera en lugar de por la Palabra de Dios. Cuando te acercas a ellos y les dices que son pecadores, a menos que se arrepientan y hagan un verdadero cambio de vida, pueden ser muy resistentes. Tú vienes con la verdad de la sangre de Cristo, un nuevo nacimiento, una separación del mundo, un camino de sumisión y obediencia. ¡Vienes ofreciéndoles vida por medio de Jesús!
Qué maravillosa oportunidad tenemos para presentar la verdad vivificante de Jesús a los demás. Pero no importa cuánto compartamos de la misericordia, la gracia y el amor a Cristo, lo único que perforará los muros erigidos por personas endurecidas es la presencia de Jesús. Y eso viene a través de la obra del Espíritu Santo.
“Dios nuestro Salvador ... quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:3-4). Cada vez que compartes el amor de Jesús con alguien, tienes la seguridad de que estás llevando a cabo los deseos de tu Padre celestial.