Confesando a Cristo

"A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 10:32-33).

¿Qué significa confesar o negar a Cristo delante de los hombres? La palabra griega para confesar aquí significa "pactar" o "asentir". Jesús está hablando de un acuerdo que tenemos con él. Nuestra parte es confesarlo o representarlo diariamente en nuestras vidas. Hacemos esto confiando en sus promesas de cuidarnos y testificando de él a través de nuestras vidas.

El Señor lo había dicho a sus oyentes: "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre." (10:29). Él estaba diciendo: "Piensa los billones de pájaros en el mundo entero. Y hasta este día, ninguno de ellos ha muerto sin que el Padre lo sepa. Piensas que tu Dios se preocupa menos de ti?

Cristo entonces señaló: "Pues aún vuestros cabellos están contados" (10:30). Él estaba enfatizando: "Vuestro Padre conoce mucho más de lo que eres capaz de comprender. Tú no puedes alcanzar a comprender cuán detallado es su cuidado por ti".

Jesús lo resumió todo en sus palabras: "Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos" (10:31). En otras palabras: "Piensa en lo que apenas he revelado sobre los cuidados del Padre. Tú tienes que confesar esta verdad al mundo entero, llevando una vida que declare: "Dios cuida de mi"". Podemos declarar nuestra fe en Jesús, alabarle y predicar en su nombre, pero si vivimos en temor no estamos testificando al mundo sobre su cuidado hacia nosotros.

Finalmente, Cristo promete "yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos" (10:32). El día del juicio, Jesús nos tomará de la mano, nos llevará ante el trono del Padre y dirá: "Aquí está uno de los que creen en mi Palabra. Él vivió ante los hombres con absoluta confianza en que yo lo valoraba, demostrando que yo cuidaba de él en cada detalle. Él sabía que yo tenía razones para permitir todo lo que pasaba en su vida. Y aún en los momentos más difíciles, él puso todas sus preocupaciones y temores sobre mi, proclamando al mundo que yo cuidaba de él. Él confió en mí a través de todo el camino.

Ahora, ¿qué significa negar a Cristo delante de los hombres? "Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 10:33). Cuando se trata de negar a Cristo, la mayoría de nosotros pensamos en Pedro. Nos preguntamos: "Cómo pudo alguien tan cercano al Señor negarlo? Los más devotos de entre nosotros no serían capaces de cometer el mismo pecado.

Nosotros negamos a Cristo cuando no le confiamos a él nuestras abrumadoras pruebas.

Muchos cristianos sienten que ya no pueden soportar la prueba que enfrentan. Día tras día ellos esconden su agonía, acallan sus profundos gritos de dolor. Sus mentes están llenas de temor, y sus corazones ya no quieren seguir adelante. ¿Esto te describe? Cuando intentas verbalizar tu dolor, tus amigos no lo entienden. Peor aún, una penetrante pregunta salta en tu mente: "El Señor me está juzgando por algo que hice?

David peleó la batalla de las dudas cuando estaba abrumado. Él oraba: "Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano." (Salmo 143:2). Él estaba diciendo: "Responde a mi clamor, Señor, pero por favor no me juzgues. Ya es bastante malo lo que estoy sufriendo. No podría enfrentarlo si estoy pagando por actuar mal".

Amado, así no es como trabaja nuestro Señor. Él no trata de ganar tu amor lastimándote. Qué clase de hombre trata de cortejar a una mujer hiriéndola? Jesús corteja nuestros corazones con misericordia y la amorosa bondad de sus buenas nuevas. Así que no culpes a Dios por tus problemas y tampoco te culpes a ti mismo. Jesús desea solo una cosa de ti: que clames a él por ayuda. Él quiere que tú acudas a él. Cuando lo hagas, sus promesas vendrán rápidamente.

Tengo una pregunta que hacerte: ¿sabe el mundo que tu eres un amante de Cristo? Si es así, ¿te han visto triste y abatido? ¿Estás constantemente hablando sobre lo que te ha salido mal? ¿Has permanecido en esta condición sin apropiarte de las promesas de Cristo? Según las propias palabras de Jesús, tú estás negándole ante los hombres. Primero, estás desestimando su amor por ti y segundo, estás dejando de confesar como él es en realidad: tu salvador, protector y proveedor. Estás negándote a reconocer su fidelidad.

Yo entiendo que la depresión o un espíritu abatido pueden ser causados por otras cosas que no son incredulidad. A menudo hay desbalances químicos, agotamiento de la serotonina, un trastorno bipolar o alguna otra enfermedad. Estos problemas físicos son muy reales. No estoy hablando a santos que sufran de estas cosas. Estoy hablando de las abrumadoras pruebas y problemas que enfrentamos en la vida cotidiana. O las promesas de Dios son ciertas o la vida entera es una gran mentira. Como Pablo dijo, si no hay resurrección, no tendríamos ninguna esperanza y solo estaríamos perdiendo el tiempo.

El mensaje de los Salmos es claro: Debemos confiar el en Señor en todo tiempo, en toda circunstancia. A veces todo lo que hacía David era llorar, pero él también hizo esta poderosa declaración a los creyentes abatidos: "Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová...Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían." (Salmo 34:19, 22).

Negamos a Cristo ante los hombres cuando nuestras malas acciones traicionan su santidad.

"Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tito 1:15-16).

Cuando Pablo dijo que para los puros todo es puro, él hablaba de creyentes cuyas mentes no estaban contaminadas. Una santa pureza fluye de sus conversaciones y estilo de vida, y ellos no permiten que nada contamine ese fluir de pureza. Ellos no escuchan hablar sucio ni se sientan frente al televisor o el computador a beber en impureza. Ellos ponen rápidamente atajo a los chismes. En vez de ello, ven a todas las personas con ojos de amor.

Pero hay otro tipo de siervo: "mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas" (1:15). La mente de esta persona está contaminada con suciedad y su conciencia está corrompida por el pecado que oculta. Para él nada es puro. Él consume viles imágenes del cine y la TV. Él se ríe de los chistes sucios que ningún siervo de Jesús debe soportar. Y donde sea que mire, él ve los pecados de los demás y chismorrea de ellos libremente.

Sin embargo, un corazón malvado está expuesto por sus malévolas mentiras. Millones en el mundo ignoran y rechazan a Cristo, pero la más flagrante y grave negación de Jesús es la descrita por Tito: "Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tito 1:16).

Quiero hablar a quienes aman a Cristo pero esconden un pecado. Tu sabes que tu corazón está contaminado y, sí, la Biblia dice que tu pecado te alcanzará. Este es el aspecto más desgarrador del pecado oculto, cuando se hace público. Traemos vergüenza al nombre de Dios ante el mundo, negando quién es Él. Pero el Señor no quiere exponerte; su mayor deseo es hacerte libre. Él quiere perdonarte, limpiarte y borrar tu pasado. Así es su amoroso corazón para ti: él se niega a dejarte marchar. Pero tú tienes que experimentar su convicción y clamar a él por libertad. De otro modo, solo quedan estas terribles palabras: "Si lo negamos, él también nos negará" (2 Timoteo 2:12).

Negamos a Cristo ante los hombres por nuestra búsqueda mundana de seguridad personal.

Mientras preparaba este mensaje, Dios me mostraba un virus, un foco de enfermedad asentado en la raíz de nuestros corazones. Es una semilla de miedo y se relaciona con nuestra seguridad personal. Cuando escribí este mensaje (año 2002), una gran nube de miedo se cernía sobre el mundo entero. La gente estaba plagada de un profundo sentimiento de inseguridad. En 194, en mi libro La Visión, yo advertía que vendría una terrible tormenta económica sobre todo el mundo. Profeticé que los hombres de negocio se volverían crueles tratando de realizar asesinatos económicos. Mientras tanto, miles de empleados serían despedidos y los inversionistas serían engañados.

Está empezando a suceder justo lo que profeticé. Un corredor de bolsa me lo confirmó: "Todos en Wall Street saben que viene el colapso. Todos están acaparando lo más posible, refugiando sus inversiones y buscando una salida. Todo lo que se escucha es "Ya tengo la mía"

Mientras tanto, la enfermedad se ha arraigado incluso en los cristianos. Muchos tiemblan de temor y preocupación "Qué voy a hacer si se viene abajo la economía? ¿Cómo alimentaré a mi familia? Ellos han sido contaminados por el miedo. Algunos incluso buscan cómo hacer ganancias deshonestas, dejando atrás su fe. Su loca carrera está causando la mayor negación a Cristo de la historia.

¿Cómo vas a enfrentar la tormenta que se avecina? ¿Entrarás en pánico y llorarás de desesperación? ¿Maquinarás artimañas y lucharás para ganar dinero como el resto del mundo? En estos tiempos tiene que haber un pueblo de Dios cuyas vidas confiesen que Jesús es su proveedor. Él es la roca que resiste todos los vientos e inundaciones. Y cuando la tormenta llegue, tendremos que confesarle más que con solo palabras. Tendremos que entrar plenamente en su reposo para encontrar paz espiritual en él. Él debe ser nuestro refugio, nuestro proveedor, nuestra seguridad.

Algunas de las más preciosas cartas que recibe nuestro ministerio provienen de viudas en sus 80s y 90s. Ellas viven de pequeñas pensiones, algunas menores a U$600 al mes. Ellas escriben: "Dios me ha mantenido. Él ha suplido todas mis necesidades, estirando mi dinero cada mes. Y él jamás me ha fallado. Jamás me ha faltado algo que realmente necesite" Jesús dijo que confesará a aquellas siervas ante el Padre.

¿Confiesas a Cristo ante los hombres? Guarda esta palabra en tu corazón: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar... Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios... Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana" (Salmo 46:1-5).

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