CONFIANDO PLENAMENTE EN ÉL

David Wilkerson

Amados, el Señor no nos salvó simplemente para que disfrutemos infinitamente de sus bondades, misericordias y gloria. Él tuvo un propósito eterno al escogernos a cada uno de nosotros. Y ese propósito va más allá de las bendiciones, el compañerismo y la revelación. El hecho es que Dios aún quiere alcanzar a la humanidad perdida. Y está buscando un pueblo que crea y confíe, para que Él pueda forjarlo y convertirlo en Su más grande instrumento evangelístico.

Nuestro Señor no usa ángeles como testigos de Su gloria. Él usa a Su pueblo. Y Él desea entrenarnos como una generación especial, “peculiar” (ver 1 Pedro 2:9). Él está buscando demostrar Su Palabra en nuestras vidas, para que el mundo crea cuando la proclamamos. Él desea presentar a las naciones incrédulas, un pueblo fiel que ha sido conmovido por tiempos duros, quebrantado por pruebas profundas, pero aun así continuó confiando en Él.

Vemos a Dios buscando un pueblo así en el tiempo de Gedeón. Cuando Gedeón hizo un llamado para conseguir voluntarios para enfrentar a los madianitas, miles de israelitas respondieron. Pero el Señor le dijo a Gedeón: “El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano…haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase” (Jueces 7:2-3).

Dios le estaba diciendo a Gedeón: “Si alguien aquí tiene miedo, dile que se vaya a su casa de inmediato. No permitiré que Mi pueblo sea infectado con temor”. Dios estaba literalmente, devolviendo voluntarios de Su ejército; de hecho en cierto punto, unos 22,000 dudosos fueron enviados a casa. Gedeón eventualmente redujo el número de voluntarios a 10,000, pero Dios le dijo que todavía eran demasiados. El Señor finalmente se quedó con 300 soldados probados para la batalla.

Esto debiera decirnos algo. Del mismo modo que el Señor busca mensajeros del Evangelio para enviarlos al mundo, Él no va a reclutar iglesias cuyas bancas están llenas de gente temerosa, dudosa, que no ha sido probada. Él no buscará organizaciones religiosas poderosas y eficientes o seminaristas altamente calificados. Dios usa organizaciones y gente calificada, por supuesto, pero, en sí mismas, ningunas de éstas tiene los recursos necesarios para ser los mensajeros tratados y probados de Dios.