Contentamiento Presente
El contentamiento fue una gran prueba en la vida de Pablo. Después de todo, Dios dijo que lo usaría poderosamente: “Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Cuando Pablo recibió por primera vez esta comisión, “enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios” (9:20).
Pablo no tenía prisa por ver que todo se cumpliera en su vida. Él sabía que tenía una promesa férrea de Dios y se agarró a ella. Por el momento, él se contentaba con ministrar dondequiera que estuviera: testificando a un carcelero, a un marinero, a algunas mujeres en la orilla de un río. Este hombre tenía una comisión mundial, sin embargo, fue fiel para testificar uno a uno.
Pablo tampoco estaba celoso de los hombres más jóvenes que parecían pasarlo por alto. Mientras ellos viajaban por el mundo ganando judíos y gentiles para Cristo, Pablo estaba en prisión. Él tuvo que oír informes de grandes multitudes convertidas por hombres con los que él había luchado por el evangelio de la gracia. Sin embargo, Pablo no envidiaba a esos hombres. Él sabía que un hombre rendido a Cristo sabe vivir en necesidad y en abundancia: “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento… así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:6, 8).
El mundo de hoy podría decirle a Pablo: “Ahora estás al final de tu vida. Sin embargo, no tienes ahorros ni inversiones. Todo lo que tienes es una muda de ropa”. Yo sé cuál sería la respuesta de Pablo: “Oh, pero he ganado a Cristo. Te lo digo, soy el ganador. Encontré la perla de gran precio. Jesús me concedió el poder de dejarlo todo. Bueno, lo dejé todo; y ahora me espera una corona. Sólo tengo un objetivo en esta vida: ver a mi Jesús, cara a cara”.
Todos los sufrimientos de este tiempo presente no se pueden comparar con el gozo que te espera.