Corazones Puestos en el Regreso de Jesús
En Mateo 24, Jesús usa una parábola para enseñar acerca de estar listos para su regreso:
“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24:44-51).
Nota que Jesús está hablando de siervos aquí, es decir, creyentes. Un siervo se llama fiel y el otro malo. ¿Qué hace que este último sea malo a los ojos de Dios? Según Jesús, es algo que “dijere en su corazón” (24:48). Este siervo no pronuncia tal pensamiento y tampoco lo predica. Pero lo piensa. Ha vendido su corazón a la mentira demoníaca: “El Señor tarda en venir”. Observa que no dice: “El Señor no viene”, sino que “tarda en venir”. En otras palabras, “Jesús no vendrá repentina o inesperadamente. No volverá en mi generación”.
Este “siervo malo” es claramente un tipo de creyente, tal vez incluso uno en el ministerio. Se le ordenó “velad” y “estad preparados” (Mateo 24:44). Sin embargo, este hombre relaja su conciencia al aceptar la mentira de Satanás.
Jesús nos muestra el fruto de este tipo de pensamiento. Si un siervo está convencido de que el Señor ha retrasado su venida, entonces no ve la necesidad de vivir correctamente. No está obligado a hacer las paces con sus compañeros de servicio. No ve la necesidad de preservar la unidad en su hogar, en el trabajo, en la iglesia. Puede herir a sus compañeros de servicio, acusarlos, guardar rencor, destruir su reputación. Como dice Pedro, este siervo es impulsado por sus concupiscencias. Quiere vivir en dos mundos, permitiéndose una vida malvada mientras cree que está a salvo del juicio justo.