Creciendo en Unidad
“Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás” (2 Tesalonicenses 1:3).
¡Qué gran cumplido hizo Pablo a los cristianos de Tesalónica! Esto es, en completa esencia, lo que estaba diciendo: “Es increíble ver cuánto han crecido, tanto en su fe en Cristo como en su amor los unos por los otros. En todas partes donde voy, me jacto ante los demás acerca de su crecimiento espiritual. ¡Cómo le doy gracias a Dios por ustedes!”
En este breve pasaje, Pablo nos da una figura asombrosa de un cuerpo de creyentes creciendo en unidad y amor. Tanto individual como colectivamente, la fe y el amor de los tesalonicenses sobrepasaron a los de todas las demás iglesias. Es obvio que estaban aprendiendo, moviéndose, creciendo; y sus vidas daban evidencia de ese hecho. Según Pablo, ellos fueron el tema de conversación de todas las iglesias de Asia.
Aparentemente, la predicación que oyeron estos creyentes los estaba llevando a un caminar aún más profundo con Cristo. Estaba derritiendo sus ambiciones carnales y trayéndoles convicción de pecado sobre hábitos que no eran de Cristo. Y el Espíritu Santo en ellos estaba derribando todas las barreras étnicas y fronteras de color. Estaban descubriendo cómo abrazar a cualquier persona, ya sea rica o pobre, educada o no educada, mientras se ofrecían un gran amor entre ellos, prefiriéndose unos a otros en amor.
Una característica muy importante de esta iglesia era que honraban y veneraban la Palabra de Dios; y tampoco permitían que los falsos maestros entraran en medio de ellos y se llevaran a las personas con nuevas modas religiosas.
¿Quieres crecer espiritualmente? Si es así, pídele al Espíritu Santo que alumbre con su luz sobre un área de debilidad o pecado en tu vida. Dios está regando tu espíritu, alimentando tu alma, eliminando sus fuertes raíces en ti, a medida que lo buscas.