CREYENDO EN DIOS
Las promesas del pacto de Dios son tan reales y seguras como cualquier verdad que podamos imaginar. Cuando Dios nos hace una promesa, no sólo es segura, sino irrevocable, y a él le encanta hacer pactos con Sus hijos.
Pero las promesas de Dios demandan acción de nuestra parte. Él no hace pactos con gente ociosa y de doble ánimo. Él quiere que la gente que va a confiar en él, le obedezca y se dedique a él a diario. Dios quiere hablar con nosotros, y quiere que le respondamos. Para escuchar, hacer preguntas, y para responder cuando él habla. ¡Dios no es pasivo, y no quiere seguidores pasivos!
Si escuchamos podemos oír a Dios hablando, tratando de involucrarnos, tratando de hacer llegar un mensaje y esperando una respuesta de vuelta. Pero muy a menudo nos lo perdemos, ya sea porque no estamos escuchándolo, o no creemos que Dios está realmente interesado en hablar con nosotros.
Cuando Dios habla, quiere que respondamos. Que hagamos algo. Que reconozcamos su voz y le respondamos.
Y Él sólo habla a personas que están dispuestas a escuchar.
Con demasiada frecuencia pasamos nuestros días en actividades sin vida y sin pasión. Vivimos día a día en una espera sin propósito esperando que Dios nos dé alguna dirección, alguna orientación o alguna palabra de la profecía. Queremos seguir a Dios, pero no tenemos idea de dónde nos está llevando.
Veo esto cada día en las personas, en las iglesias, en las empresas, en los ministerios y en todos los ámbitos de la vida. Tantas personas anhelan escuchar a Dios e involucrarse con Él en una relación de pacto, pero nunca pasa nada. La voz de Dios nunca llega. Su guianza nunca llega a ser clara.
Servimos a un Dios de pasión, a un Dios de acción. ¡Un Dios que anhela siervos obsesionados con la obediencia, preocupados por descubrir su voluntad, completamente enamorados de la idea de vivir y morir en la santa presencia de Dios!
Eso es lo que Dios está buscando. ¡Y cuando lo encuentra, siempre lo toma en cuenta!
"Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón" (Jeremías 29:13, NVI).
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.